Chapter One

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Ya había amanecido en el hermoso pueblo de Avonlea.. Y un padre con su hija estaban yendo rumbo hacia allí.

Alberto Guerrero y su hija, ___ Guerrero de 12 años, dos españoles que perdieron a su familia a causa de gripes terribles.
Abuelos, tíos, primos y demás familia se fué dejándolos prácticamente solos.

La madre de ___ y la mujer de Alberto, Catalania, murió al extraer el cólera y morir al poco tiempo.

Por ello, ___ y Alberto decidieron marcharse, y formar una nueva vida ellos dos solos, en Canadá, donde Alberto tiene algunos amigos, ya que vivió una temporada en Avonlea, pero solo duró 10 años hasta que tuvo que volver a España para no volver.
Hasta ahora.

Padre e hija se encontraban en el barco rumbo a Canadá, llevaban 2 semanas en barco, pero en la tarde, por fin, desembarcarían en la Isla del Príncipe Eduardo, donde reconstruirían su vida de nuevo.

Al llegar, los Guerrero bajaron sus cosas y fueron hacia su nuevo hogar en carruaje.
Durante el camino, ___ veía el hermoso paisaje que brindaba el pequeño pueblo donde iban a vivir a partir de ahora.

Cuando llegaron a la casa, la niña la observo detenidamente.

Era bastante grande para solo dos personas, de un color verde menta. La casa tenía un establo, y en la parte de atrás un lugar grande para un huerto.

El lugar estaba completamente rodeado por un bosque, cosa que a ___ le gustaba.

La casa por dentro era bastante espaciosa y tenía un olor agradable.

--Papá, podremos tener caballos?--dijo ella al ver el establo.

--Ven--se limitó a decir su padre.

Salieron de la casa y fueron al establo, donde se encontraban dos grandes caballos, uno gris muy hermoso y otro de un hermoso pelaje negro como la noche.

--Cuál es el mio?--dijo la niña alegre, a ella le daba igual cual fuera para ella, los dos le parecían igual de hermosos.

--El negro, creo que va más contigo--dijo su padre sonriente.

--Gracias, gracias, gracias!--abrazó a su padre--que nombre le puedo poner?--dijo ___ pensando-- ya se! Otto!

--Es un nombre muy bonito--dijo el adulto feliz al por fin ver a su hija tan contenta.

--Papá, puedo ir a dar un paseo con Otto?--dijo ella con una cara de súplica.

--Claro, pero vuelve en cuanto se esconda el sol--dijo el adulto, aun eran las 5 de la tarde, tenía tiempo hasta las 9.

Entonces la chica se despidió de su padre, se montó en su caballo y se fué a explorar con su nuevo compañero.

Alberto estaba seguro de que no le pasaría nada, era un pueblo muy tranquilo y no podía pasarle nada malo, sabía que ella volvería a la hora exigida. A si que entró a su nuevo hogar y empezó a ordenar todo.

La chica fué con su caballo por el campo hasta que escuchó unos pasos y paró su caballo.

--Qué hace una linda señorita sola y trotando con un caballo por el campo?--pregunto un chico rubio de ojos azules con un tono arrogante.

--Paseando--dijo ella con simpleza y se dedicó a seguir andando con su caballo.

--No le da un poco de desagrado montar a caballo con ese vestido tan hermoso?-dijo el chico colocándose al lado del caballo y siguiendo el ritmo lento con el que andaba el animal.

--Pues no, no soy una dama tan fina como usted cree-ella ya le estaba hartando ese chico.

--Usted es de aquí? Nunca la he visto--dijo él mirándola, aunque ella miraba al frente.

--No, acabo de llegar hoy--dijo ella--soy de España, acabo de llegar con mi padre--a pesar de ser de un país tan lejano, su acento ingles era prácticamente perfecto debido a las clases de inglés que tomaba en su país natal.

--Y su madre?--dijo él con curiosidad.

--Murió--al escuchar eso dejó de preguntar sobre el tema.

--Por cierto, soy Billy Andrews, un placer bella dama--dijo haciendo una pequeña reverencia hacia ella quitándose su sombrero.

Ella lo miró y le dió una pequeña sonrisa.

--___ Guerrero, encantada--dijo ella mirando hacia el frente de nuevo, cosa que cansó al chico.

--Bueno, ha sido un placer hablar contigo, ___, pero ya me tengo que ir--dijo el con una sonrisa falsa--que tengas buen día--dijo él y se fué.

Ella se alegró de haberlo perdido de vista y siguió cabalgando tranquilamente.

Vió que el sol estaba a punto de esconderse, a si que decidió que ya era hora de volver a casa.

Justo cuando el sol se escondió por completo, ella entró al recinto donde vivía, dirigiéndose al establo para dejar a Otto.

--Justo a tiempo querida--dijo su padre saliendo de la casa.

--Si, justito--dijo ella riendo un poco y metió a Otto en el establo, siendo seguida por su padre.

--Qué tal tu paseo?--dijo él ayudándola a bajar del caballo.

--Bien--dijo con simpleza y su padre asintió.

Los dos entraron a la casa y ella empezó a hacer la cena mientras su padre terminaba de organizar unas cosas y la ayudaba.

Cuando se sentaron a cenar el adulto habló.

--Mañana iremos a ver a un viejo amigo mío--dijo el masticando.

--El que te enviaba cartas?--dijo ella viéndolo.

--Sí, me he enterado de que esta muy enfermo y quiero ir a verlo--dijo y ella se limitó a asentir levemente.

Más tarde, los dos se fueron a dormir, había sido un día agotador.


























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𝒮ℴ𝓊𝓁𝓂𝒶𝓉ℯ𝓈 || 𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑩𝒍𝒚𝒕𝒉𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora