Capítulo 8.

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-Jaemin, despierta, vamos.

Para el gusto de Jaemin, y lo temprano que era, la voz era demasiado animada. Había vuelto de los aposentos de Jeno cuando el sol seguía aún oculto. Y por el cansancio de la ajetreada cena, y la movida noche con Jeno, se había dormido casi de inmediato.

-¿Qué sucede? -preguntó abriendo los ojos.

Lia lo observaba con una amplia sonrisa.

-Nuestro señor ha enviado un regalo para tí.

Jaemin la observó confundido ¿Un regalo? ¿Por qué? Él solo había cumplido con su deber. Se levantó de la cama, y aún descalzo, caminó junto a Lia hacia el patio. La puerta estaba abierta, y un sirviente sostenía una alargada caja de madera y plata.

-Joven Jaemin -el sirviente hizo una pequeña inclinación que le robó un sonrojo y abrió la caja.

Dentro, había un brazalete de plata. Pero no uno cualquiera. Era una larga enredadera que treparía a lo largo de su brazo. En cada giro, llevaba incrustados dos zafiros de un azul intenso.

Jaemin negó repetidas veces con la cabeza.

-¿Cómo se supone que acepte semejante regalo? -preguntó retóricamente.

-Sin dudas no puedes negarte a un regalo del rey -comentó EunJi con tranquilidad-. Si fue su deseo que lo tengas, deberías tomarlo.

-Por supuesto que él lo acepta.

La estridente voz logró que todos los murmullos se silenciaran. MinJu se acercó a Jaemin, y observó el regalo. Había una línea allí, que no podía cruzar, y en su rostro se reflejaba la molestia causada por ello. No podía tomar el regalo del rey hacia alguien más, estaba fuera de su poder y sería severamente castigada si lo hacía. Sin embargo, bien podía usar su lengua de serpiente para hacer creer a Jaemin que no lo merecía.

-¿Cómo no va a aceptarlo? -una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios-. Ser un agujero caliente para satisfacer las necesidades de nuestro señor, debe tener claramente un precio.

Jaemin la observó con sorpresa ¿Cómo se atrevía a hablar tan indecentemente frente a todas las concubinas? Más aún, frente a hombres que servían al rey. Era una mujer completamente desagradable, y Jaemin no pudo evitar que la ira se reflejara en su rostro.

-No has pasado otra noche regalando tu cuerpo en vano ¿Verdad? Ya que nuestro señor sin dudas no te dará un niño, aunque sea puede llenarte de joyas para que seas un lindo muñequito antes de que te arrebate la vida.

MinJu había sobre pasado todos sus límites. EunJi se llevó una mano a la boca para ocultar su gran sorpresa, y Lia frunció el ceño en completo disgusto. Jaemin la observó directo a los ojos con mirada desaprobatoria. Deseó poder contestarle los comentarios más filosos que le vinieran a la mente, y estuvo a punto de hacerlo, de no ser por Mark. Su presencia se hizo notar rápidamente, era una imponente y llamativa, así que no fue algo difícil.

-¿Qué es esta falta de decencia y moral entre mujeres del rey? -preguntó, su rostro serio y su ceño fruncido.

-General... -comenzó MinJu pero fue cortada de inmediato.

-Silencio -exclamó-. ¿Quién acaso te ha dado el poder para referirte con semejante indecencia al favorito del rey?

Jaemin sintió calor subir a su rostro. Entonces eso era. Ese era el significado de tan magnífico regalo. Jeno lo estaba nombrando como su favorito.

-No deseo volver a oír semejantes palabras desagradables salir de tu boca, MinJu, o recibirás un castigo que recordaras por un largo tiempo.

Jaemin deseó que se terminara allí, que los ojos de las concubinas dejaran de buscarlo con sorpresa y curiosidad. Pero Mark no parecía tener intención de detenerse.

-Su alteza ha visto su vida amenazada por el gobernador de la provincia de Gyeongsangnam...

La sorpresa y la preocupación fueron palpables.

-Sin embargo, el peligro fue reconocido a tiempo, y fue salvado por el joven Jaemin, quien ha sido nombrado su favorito.

Lia y EunJi le dedicaron miradas de orgullo. MinJu parecía que quisiera desaparecer, o quizás hacer desaparecer a Jaemin.

-Espero que a partir de este día, se le brinde el respeto que se merece -volvió la vista hacia MinJu-. Y en cuanto a tí, MinJu. Su alteza será informado sobre tus infortunios. Como primera concubina y madre del príncipe, se espera de tí una conducta intachable. No será tolerado otro episodio como este.

Mark tomó el brazalete y lo acercó hacia Jaemin.

-Permítame, joven Jaemin -pidió.

Él estiró el brazo en su dirección, y el brazalete le fue envuelto en el mismo, ajustándose bellamente sobre su camisa color perla.

-Mis agradecimientos, por salvar la vida de nuestro señor -Mark realizó una pequeña inclinación-. Mis ojos se mantendrán vigilantes sobre ustedes -aclaró-. Espero observar el comportamiento adecuado para el lugar en el que se encuentran.

Con un asentimiento, se alejó del lugar.

Jaemin se quedó inmóvil, observando la preciosa joya, y como encajaba perfectamente en su brazo. Realmente Jeno lo había elegido como su favorito ¿Por qué? Sabía que salvarlo era un motivo suficiente, y que había generado algún tipo de cariño o apego en el hombre. Jaemin se sentía alagado, y mentiría si dijera que Jeno no despertaba sentimientos en él. Pero su cabeza tenía precio y fecha de vencimiento. Si no cumplía con su juramento a tiempo, entonces su vida sería tomada. Era ridículo ser elegido como favorito, cuando su vida era tan frágil y dependía de algo tan difícil.

Volvió a ser consciente de su entorno, cuando vio el vestido de MinJu perderse por las escaleras. Lia apoyó una mano en su hombro.

-Estoy muy orgullosa de lo que has hecho -dijo con tranquilidad-. Te has ganado el cariño y preferencia de nuestro señor con un acto noble y valiente. Has sabido soportar la presión de MinJu y no mostraste ningún tipo de orgullo.

-No fue para tanto, mi señora.

-Por supuesto que lo fue -respondió esta vez sonriente-. Nuestro señor no merece nada más que a la mejor persona a su lado. Y Jaemin, algo me dice que tú eres esa persona.

Jaemin no sabría decir si deseaba serlo, o deseaba huir de sus sentimientos.













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