Capítulo 19.

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Jaemin había suplicado a Renjun, que a pesar de encontrarse ya avanzado su embarazo, se quedara durante las noches con su esposo y con sus hijos. Y Jaemin no se había arrepentido de su elección, hasta aquella noche. Su vientre se apretaba con fuerzas, y sentía al bebé moverse con insistente fuerza, haciendo presión hacia abajo. Él había hecho los cálculos, y sabía que aún faltaba para que se cumpliera la cantidad de tiempo apropiada. Pero cuando el dolor lo invadió, y sintió una tibia humedad mojar sus piernas, supo que no había manera de que se retrasara más.

Aguantando el dolor, se levantó y abrió las puertas con fuerza. Los soldados apostados a cada lado, lo observaron con preocupación.

-Llamen a Lia, EunJi y al doctor -ordenó con seguridad, antes de que una fuerte contracción lo hiciera doblarse casi por la mitad-. Rápido.

Cuando las dos mujeres llegaron, Jaemin estaba otra vez recostado sobre su cama, intentando calmar su respiración. EunJi corrió a tomar a HyeJoo en sus brazos, y Lia se acercó a la cama, para inmediatamente sujetar una de sus manos.

-Tranquilo, Jaemin. Todo saldrá bien -prometió-. El doctor ya está en camino. Ya verás, darás a luz a un saludable niño.

Jaemin gimoteó en respuesta y apretó los ojos con concentración. No podía creerlo, estaba a punto de dar a luz a su primer hijo. Y Jeno no se encontraba a su lado, si no que estaba evitando la muerte por el frío filo de una espada. Y como deseaba Jaemin que él estuviera allí, que besara su frente y acariciara su vientre.

Cuando el doctor llegó, junto con Eunha, su ayudante, hizo que tanto EunJi como Lia salieran de la habitación, llevándose con ellas a su pequeña HyeJoo.

Él lo revisó y asintió hacia Eunha.

-Joven Jaemin, tal parece ha estado teniendo contracciones por un largo tiempo -afirmó-. Está preparado para dar a luz. Supongo que ya siente la presión.

Jaemin asintió repetidas veces. Sentía el sudor correr por los costados de su rostro, y el dolor se estaba volviendo completamente insoportable. Apretó un puñado de sábanas cuando una muy fuerte contracción lo hizo gemir de dolor.

-Bien, recemos a los dioses por un parto rápido y seguro -afirmó el doctor-. Cuando sientas la próxima contracción, puja con fuerza.

Jaemin resopló y se preparó. Cuando la contracción llegó, él nunca se había sentido tan agradecido con su madre por dar a luz a cuatro saludables niños. Dolía infinitamente, y sentía como si el bebé estuviera cortando su piel para poder salir.

Y sin embargo, todo ese dolor valió la pena cuando oyó el fuerte llanto de su hijo. Su corazón se llenó de felicidad y euforia.

-¡Es un niño! -exclamó el doctor-. Es un fuerte y saludable niño.

Jaemin rió entre lágrimas y lanzó un suspiro tembloroso. Su hijo ya estaba allí. Sin embargo, el tiempo no le dio tregua, y prontamente el dolor volvió a aparecer.

-¡Por los dioses! -exclamó repentinamente.

El dolor lo invadió, y las contracciones comenzaron a repetirse. El doctor abrió los ojos en sobremanera y revisó Jaemin, antes de soltar una alegre carcajada.

-Mi señor, en la próxima contracción, vuelva a pujar -lo animó-. Hoy estamos recibiendo a dos príncipes.

Jaemin gimió tanto de dolor como por sorpresa. Esta vez, sin embargo, fue menos dificultoso, y en menos de lo que pensaba, otro llanto llenó la habitación.

-¡Es otro niño!

Otro niño. Era otro niño. Él había dado a luz a dos niños, dos príncipes.

Jaemin sollozó con alegría y estiró los brazos.

-Mis hijos -pidió con voz cansada.

Eunha colocó a los niños uno por uno en sus brazos, y Jaemin los admiró con profundo cariño. Jamás hubiese esperado aquello. A penas y lograba comprender que su primer hijo era un niño, mucho menos que eran dos niños. Y estaban allí con él, fruto de su vientre, su familia. Suyos.

-Son tan hermosos -sollozó-. Hermosos. Mis hermosos príncipes. Voy a cuidarlos con mi vida.

( . . . )


Jaemin sonrió ante la imagen. Jaehyun meciendo ligeramente al menor de los bebés, mientras Taeyong hacía dormir al mayor. Sus sobrinos sentados sobre el piso, jugando casi en completo silencio.

-El menor se parece a tí -aseguró Jaehyun con decisión.

Jaemin rió despacio.

-Jaehyun, ellos apenas tienen tres días de vida. Realmente no se parecen a nadie.

-Entonces, el menor se parecerá a tí -reformuló la oración.

Taeyong rodó los ojos y recostó al mayor en su pequeña cuna.

Jaemin tenía ahora que encargarse de tres pequeños bebés. Y si bien tenía cientos de sirvientes a su disposición, solo deseaba la ayuda del padre de los niños. Habían enviado una carta a Jeno, que por orden de Jaemin, contenía un muy breve mensaje: "Jaemin ha dado a luz". Mentiría si dijera que la brevedad del mensaje, no era un intento de que Jeno se apresurara y volviera al palacio.

Alguien llamó a la puerta. Jaemin adivinó acertadamente que se trataba del resto de las concubinas con hijos. Lia y EunJi llevaban una amplia sonrisa, Giselle parecía sacada de una historia de terror.

- Vinimos a dar nuestras bendiciones a los nuevos príncipes -anunció Lia con alegría-. El palacio entero se regocija por la noticia. Mi señor, permítame felicitarlo por tan gran muestra de favor que han mostrado los dioses hacia usted.

Jaemin sintió el calor subir hacia sus mejillas. Aquellas mujeres habían recibido sus respetos hace muy poco tiempo, y ahora ellas lo llamaban señor.

-Muchas gracias -respondió con afecto-. Gracias a los dioses mis dos pequeños príncipes son completamente saludables. Los dioses me han bendecido en gran manera. Mi felicidad es inmensa.

-Es una pena que ninguno de ellos llegue a ser rey.

Jaemin frunció el ceño.

-Eso no es para nada importante. SungHoon hará un excelente trabajo como rey, y mis hijos sin duda gobernaran alguna provincia, Giselle.

El uso de su nombre personal, pareció sorprender a la mujer, quien bufó suavemente y volvió a bajar la cabeza. En verdad era tanto el poder que dos niños podían darle. Jaemin se aseguraría de usarlo con sabiduría, y siempre para el bien del reino.












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