Capítulo 15.

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Era una hermosa y reluciente tarde primaveral. A Jaemin, sin embargo, el rostro de los novios, no le parecía tan reluciente.

Tenía entendido, por Jeno, que Mark había decidido casarse con el joven, porque no veía otra mejor opción. Para salvarse, y para salvarlo. Jaemin no entendía muy bien porqué Mark debía salvarse a sí mismo, pero supuso, serían cuestiones de honor.

-¿Cómo te sientes hoy?

Jaemin volvió la mirada a quién sujetaba firmemente su mano. Jeno le sonrió esperando una respuesta.

-Mejor que ayer, sin dudas, mi señor.

Jaemin supuso que su calor estaría cerca, no habrían sido buenos días para su organismo.

-¿Cree que esta unión es para bien?

Jeno suspiró y subió los hombros. Mark y DongHyuck estaban sentados uno al lado del otro, pero no se dirigían ni una mirada. La tensión flotando en el aire a su alrededor.

-Terminarán matándose entre ellos, o...

-Terminarán dejando mucha descendencia -Jaemin terminó la idea.

Jeno rió, y asintió repetidas veces.

A decir verdad, Jaemin había estado gratamente sorprendido cuando Jeno le anunció que deseaba que estuviera a su lado durante la boda. Se habría enterado de la misma, bastante tiempo atrás, porque las mujeres claramente no podían dejar semejante anuncio pasar. Imaginó que sería una celebración grande, en la que todo el palacio, e incluso el resto del pueblo participaría. Para tal evento, era esperado de parte del rey, ser acompañado por una de sus concubinas con hijos. Ante la falta de MinJu, por Lia o Giselle. Pero había decidido que Jaemin lo haría.

Renjun y Taeyong tardaron años de discusiones en decidir cual era la ropa más adecuada para aquella situación. Le probaron cientos de camisas, y otros cientos de pantalones. Incluso joyas ostentosas y zapatos que lucían increíblemente costosos. Jaemin no quería siquiera pensar en el hecho de que Jeno les habría permitido tomar toda la ropa y joyas que desearan para Jaemin. Lo avergonzaba.

Finalmente, se decidieron por una camisa de seda azul, con pequeñas piedras incrustadas en los hombros, junto con unos claros pantalones. En cuanto a joyas, Jaemin no cesó de negar con la cabeza hacia cada una que le enseñaban. No deseaba parecer un joyero, ni ofuscar a los novios con semejante muestra innecesaria de ostentosidad. Así que con un profundo suspiro, tanto Taeyong como Renjun, se resignaron a colocarle simples añillos de plata, y una pequeña gargantilla del color de su camisa. Ni siquiera se atrevió a colocarse el tan preciado regalo que había recibido de Jeno, ya un tiempo atrás.

Y sin embargo, lo que para sus sirvientes parecía simpleza, a Jeno pareció encantarle. Otra vez, tomó una flor azul de su jardín, y la colocó sobre su cabello, asegurando que su atuendo estaba finalizado de aquella manera. La cantidad de ojos sobre ellos, era impresionante, y Jaemin se sintió bastante intimidado.

Algo que particularmente estaba detestando en aquel momento, era la mirada fuerte y cargada de odio que Giselle le estaba dirigiendo. Ella estaba pegada a Yerim, seguramente llenándole la cabeza de su podrido odio. Pero la joven parecía un asustado y perdido cachorrito. No faltaba mucho para que diera a luz, y Jaemin estaba viviendo con aquello. Últimamente había tenido los ojos sobre ella, asegurándose de que el embarazo ocurriera como era debido. Yerim lo había notado, parecía bastante intimidada con ello, pero nunca se atrevió a decirle nada. Jaemin sabía que casi todas las mujeres allí, le tenían un temeroso respeto. Y él no sabía que pensar al respecto.

-¿Sucede algo, amor mío? -cuestionó Jeno observando hacia la misma dirección que él-. ¿Acaso alguna de las concubinas te ha estado tratando de forma indebida?

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