- Veamos qué dice la lista – su voz sonaba musical. En la pared había un hoja donde estaban anotadas las cosas que podíamos hacer, a lo que éramos alérgicas, a qué hora debíamos irnos a la cama y un sinfín de cosas más.
- Maddy, no puedes comer caramelos ni cosas que contengan azúcar después de las ocho. Las tres miramos el reloj y se veía con claridad como la manecilla apuntaba el número nueve – Lo siento Maddy, pero no podrás comer. Y dice que tu hora de dormir es a las nueve, así que deberías estar cepillándote los dientes.
Maddy se sorbió la nariz decepcionada y se fue arrastrando los pies. Le guardaría pastel y galletas para el desayuno.
- Y tú ______ - Hope leyó la lista y luego me miró – tienes hasta las nueve y media, pero tampoco puedes comer – eso ya lo sabía, pero tenía la esperanza de que ella se distrajera unos minutos – eres alérgica al maní, a las naranjas, las picaduras de insectos, al polen, al polvo y...... a un buen comportamiento, según tu madre.
Bufé y jugué con unos tenedores que habían sobre el mesón de la cocina. Mamá era siempre tan exagerada.
Ellen, la cocinera y confidente de travesuras, sacó del horno una bandeja con galletas de chispas de chocolate. Se me hizo agua la boca y estiré la mano para alcanzar una, pero la mano de Hope golpeó la mía antes de que pudiera sentir el calor de estas.
- No puedes _______.
Miré instintivamente a Ellen e hinche mis mejillas, ella comprendió y me guiñó un ojo.
En ese momento, entró Remus.
Sentí como el enemigo se acercaba. Con el simple hecho de empujar a Maddy, Remus se había buscado un lugar en mi lista negra, donde figuraban mis maestros, algunas niñas de mi clase, la niñera anterior y el tío Marcus – que siempre hacía bromas pesadas cuando nos visitaba – que era el padre de mi prima Lily.
- Pero que niño más adorable, ¿Quieres una galleta? – le dijo Ellen en cuanto lo vio. Quedé petrificada, le estaba dando mis galletas al niño retrasado.
- Gracias - le contestó él, su voz, puaj, era tan falsa. Solo quería robarse mis galletas, si descubría que habían hecho pastel ¿También lo quería?
No aguanté más la escena y me fui, no sin antes escuchar como Remus le preguntaba a su mamá:
- ¿Por qué está enojada?
- No tiene permitido comer galletas – en cierta parte, era verdad.
Me pasé 20 minutos arrojando los cojines de los sillones contra la pared, botando cuadros de fotos y floreros. Sparks estaba afuera y no lo dejaban entrar de noche por que se hacía en la alfombra, tenía que admitir que lo segundo que me obsesionaba después de Peter Pan era mi perro, ese San Bernardo cachorro que destrozaba cosas igual que su ama.
Cuando vi el reloj las manecillas anunciaban las nueve y media, dejé el desorden tal cual y subí a mi habitación. En las escaleras me encontré con Ava, que llevaba unas cosas puestas en los oídos y eso hacía que ella moviera la cabeza y cantara en voz bajita. Me encogí de hombros y seguí mi camino.
Sería difícil adaptarse a la nueva niñera, sin embargo, a pesar de que no me dejó comer MIS galletas, era mejor que tener de vuelta a la bruja maruja que tuvimos.
Antes de poder cerrar la puerta de mi habitación, vi detrás de un gran florero que adornaba el pasillo los pelos castaños de Remus. Me había seguido.
Estaba escondido igual que cuando llegó detrás de su mamá. No me dio buena espina que supiera dónde dormía, ¿Y si en la noche se venía a robar mis juguetes?
Me encerré y con la duda infantil en mi cabeza tomé mis cosas más preciadas – una colección de la película de Peter Pan, el libro con la obra ilustrada, un peluche de campanita y una caja de recuerdos – para esconderlas debajo de mi cama. Así me sentía más segura.
En seguida, la puerta se abrió y Hope inspeccionó la habitación.
- Cepíllate los dientes y ponte la pijama, si me necesitas estaré en el cuarto de Maddy, leyéndole un cuento – no alcanzó a ver cuando escondí mis cosas, le sonreí y asentí. Ella cerró la puerta y yo me dispuse a ver televisión.
¿Dormir?, seguro.
Vi una película que no entendí del todo, pero para demostrar mi rebeldía, la vi de todas formas. Se llamaba "Mujer bonita", no entendía a qué se refería, ya que las personas de la televisión no paraban de besarse e insinuarse cosas. Podía ser muy independiente a mis ocho años, pero aun así había cosas que no comprendía, como el ¿por qué las personas se besan?, era asqueroso, se llenaban de baba y gérmenes.
Una vez, cuando estaba en el recreo comiendo con Lili en la escuela, vimos cómo Sandy Dale besaba a un niño un año mayor que ella. Él tenía nueve, era rubio y con unos grandes ojos azules, Lili me pellizcó el brazo, susurrándome que Sandy era una "traga babas", yo no pude estar más de acuerdo con ella.
Cuando los protagonistas se pusieron de empalagosos y empezó a darme asco, apagué el televisor. Todavía no tenía sueño ni sabía qué más hacer.
Entonces alguien golpeó mi puerta.
Era muy tarde, dudaba que fuera Hope, para ver si ya dormía. Maddy, imposible. Chris, apenas me hablaba, mucho menos vendría a verme a mitad de la noche.
Para dejar de atormentarme, abrí la puerta para ver quién era, pero no había nadie, cuando estuve a punto de cerrarla me percaté de que había algo en el suelo.
Encima de una servilleta, había dos galletas con chispas de chocolate.
Ellen me había venido a dejar las galletas a escondidas, era lo más seguro.
Las tomé y las envolví con la servilleta, miré a todos lados para verificar que no había testigos, las escondí en medio del tul de mi vestido. Sin embargo, cuando estuve a punto de volver a cerrar la puerta, detrás del florero gigante, se vieron los pelos castaños de Remus otra vez.
Estaba mal escondido, si me movía un poco hacia mi derecha, le podía verla mitad del cuerpo.
Lo miré y luego a las galletas.... ¿Habría sido él?
- ¡Nooooo! – dije en voz alta, y finalmente, entré a mi cuarto para comerme esas deliciosas galletas.
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Voten que me desanimo. 😔
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CÁSATE CONMIGO II REMUS LUPIN
ФанфикMi abuela sentía una debilidad por Remus, siempre le consentía y le reglaba dulces a escondidas de mi madre, ella creía que a él le faltaba cariño, pero la verdad es que no. Incluso mis padres querían más a Remus que a mí. Era un niño demasiado cons...