Dos almas perdidas

Prefacio

-Me has ayudado mucho, ¿lo sabias? - en este momento estoy mirando el mar, tan tranquilo, tan hermoso, que no hay manera de imaginar que si te metes en el y te despistas puedes terminar perdiéndote en su infinidad y profundidad.

-Claro que lo sé, ha sido mutuo- volteo a verlo y ya tiene una de esas sonrisas que tanto me gustan, y que fue la que me enamoro desde el momento en el que lo conocí. Me quedo viéndolo embobada, cada una de sus facciones, sus gestos, el más mínimo detalle de él; es digno de admirar.

Siento su cálido tacto, pareciera que es la primera vez que me toca, su calidez me transmite calma, una sensación que estoy segura nunca encontrare en nadie más, y no quiero buscar a nadie más, porque con el me siento bien, segura y acompañada en cada cosa que hago.

Es difícil creer que un día estamos y al otro no, que, aunque quiera, no va a volver, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Por eso disfruto cada momento con él, cada segundo. Le quiero y de una manera que me da miedo, pero al mismo tiempo quiero poder seguir descubriendo cuanto puedo quererlo más, lo que haría por él.

Y sin darme cuenta he vuelto a llorar, sus delicados dedos pasan por mi cara, para borrar cualquier rastro de lágrimas que pueda haber, se que ahora mismo mis ojos, la nariz, la boca y mis mejillas están rojos e irritados. Llevo tantos días así, que se han convertido en un ritmo habitual.

Dejo caer mi cabeza en su hombro, sabiendo que tardare poco en quedarme dormida, siempre es así, y odio esto, porque quiero pasar más tiempo con él, pero mi cuerpo esta tan cansado que simplemente lo dejo, cierro los ojos y mi mente se queda en blanco, escucho las olas chocar con la orilla, me pierdo en ellas y ya no se nada mas del mundo.

[****]

Al despertar no se donde estoy, un olor llena mis fosas nasales, SU olor, el esta aquí, estoy a salvo, puedo dormir más.