Capitulo 3

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Wezen

Decir que me aburria pasando el tiempo con Amaia sería mentir. Era una niña que siempre tenia algo que decir, bastante imperativa y con un deseo de comerse al mundo de un bocado. Había veces que veía en sus ojos una tristeza muy grande, y quería imaginar que se trataba de su condición, aunque algo me decía que había algo más allá de su enfermedad.

Esa tristeza ya la había vivido, y podía jurar que no era nada agradable. Te carcomía por dentro, te hacia preguntarte hasta lo mas absurdo que pudieras imaginar y solo por imaginación o suposiciones que tu mente creaba para poder estar sobre pensando las cosas y que no tuvieras un minuto de paz mental. Hacía que la oscuridad que entrara calara dentro de ti, muy en el fondo, donde fuera difícil poder sacarla.

‑ ¿Podrías ponerme atención? - Amaia estaba sentada en un sillón donde yo revisaba sus signos vitales, así como también esperábamos para que una enfermera fuera a sacarle un poco de sangre- literalmente llevo diez minutos hablándole a la pared Wezen.

-Amaia, por favor si te estoy escuchando- mi risa resonó por todo el consultorio, mi pequeña paciente podía ser un poco dramática – Entonces, ¿a Melany no le gusto que Charlie la besara? – me gustaba mostrar interés en los temas que ella me platicaba, y en este momento estaba hablando de una de las series que vio por la televisión para matar el tiempo aquí, ya que en la escuela le suspendieron los trabajos, y por lo que tenia entendido iba un año atrasada por que hace tiempo tuvo varias recaídas que la mantuvieron fuera de las aulas y terminó perdiendo el año.

- ¡Si!, ¿Qué le pasa? ¿acaso sabe lo que yo daría por que Charlie me besara?

- Tienes casi doce, no piensas en que quieres que alguien te bese por favor- pidió una voz que ya bien conocía. El padre de las hermanas Rehinorts, resulto ser alguien bastante agradable, que pese al estado de su hija siempre intentaba mantener una sonrisa en la cara.

Espere que Adhara saliera detrás de el o que viniera a ver a su hermana, pero no llegó, y en la escuela casi no la veo.

-Ya te puedes ir hijo, me quedare con ella esta noche- el señor Calisto casi siempre se quedará con Amaia en las noches. E imagina lo difícil que era, ya que, aunque había un sofá-cama en el cuarto, no ha de ser muy agradable pasar la noche en un hospital.

Y sin más que decirme despedí de ellos, dirigiéndome a casa.

Las noches en casa intentaba disfrutarlas, no era lo más agradable porqué había una vibra muy pesada que sentía siempre que entraba a cualquier parte de mi casa. Por eso intentaba pasar el menor tiempo posible ahí.

Llevaba tiempo sintiendo que nada encajaba conmigo, no me sentía en armonía conmigo mismo, había algo que no me permitía estar en paz.

Ya estaba muy cerca de mi casa cuando me percate que había una chica bastante conocida para mi en un local que vendía pan fresco, así que me acerque esperando se percatara de mi presencia, así tengo un pretexto para hablarle.

-H-hola, Adhara- tuve que hablar cuando intentó rodearme como si no me hubiera visto, y no voy a decir que no me hizo replantearme si debería seguir intentando acercarme a ella. Después de todo no sabía si tenía pareja o algún interés amoroso. Esperaba que no, porque había algo en ella que hacia que no me quisiera rendir e intentar algo. Hacia mucho tiempo que no quería algo con tanta intensidad como lo quería con ella.

Me intrigaba mucho su forma de ser. Quería saber su pensar, lo que anhelaba ser en un futuro, sus metas y aspiraciones. Hasta sus miedos y pensamientos oscuros, sus recuerdos no tan felices, y si, podía sonar loco por que hace apenas que la conocía y casi ni me dirigía la palabra, pero había algo en ella que ansiaba conocer.

- ¿Q-que h-haces? – Hablo por fin cuando intente acercarme. Percibí cierto abismo de preocupación en sus ojos.

-No, tranquila. Solo que te vi y quise acercarme a saludarte. Y me preguntaba si quisieras que te acompañara a casa – Cuando me explique pareció relajar sus tensos músculos del cuerpo.

Había visto varias veces que mantenía muy pocas palabras en una conversación y tal vez había una detrás en esas simples acciones.

Con un asentimiento de cabeza por su parte, pusimos en marcha una caminata. El silencio que se creó no fue incomodo o tenso, sino ¿raro? Si en definitiva esa era la palabra, ese tipo de silencio que no sabes como llenar para que no sea incomodo.

Con cada paso que dábamos mi mente ya iba imaginando miles de escenarios donde podría sacar tema de conversación, pero que, posiblemente para ella podrían ser super raros e incomodos.

- ¿Y cómo estás? – Me atreví a preguntar después de cinco minutos caminando en silencio.

- Bien – Monosílabos como respuesta.

- Que bueno, me alegro de verdad. Me imagino que es difícil tener a tu hermana internada, casi no verla, que tu papá pase poco tiempo contigo y solo ver a tu madre en la tarde.

Mierda, no tuve que haber dicho eso. Me volteo a ver con los ojos más interrogatorios que había visto en la vida. La confusión en sus orbes fue muy clara. Que intentó disimular bajando la mirada.

-Mi madre ya no está conmigo – Dijo entonces, y de verdad me arrepentí de haber dicho aquello, de hablar sin saber. ¿Por qué tuve que abrir mi bocotá? Ahora si lo arruine.

-Lo siento muchísimo – Dije sincero.

Después de aquello el trayecto fue silencioso. Por lo menos hasta que sorprendentemente ella decidió hablar.

-Si, es difícil. Intentar ser fuerte por tu padre que esta al punto del colapso, vivir con el constante miedo que te llamen para decirte que tu hermana no lo logró, ver que todo tu mundo se va cayendo a pedazos y no poder hacer nada bien, y...- Se rompió, la voz de Adhara se fué para ser reemplazada por pequeños sollozos.

-Perdón, perdón. Yo realmente no quería hacerte llorar. Lo siento – Quería gritar, me sentía muy imbécil.

-No, no se por que te lo dije. Solo que quise hacerlo, me transmitiste mucha confianza- sus ojos eran muy honestos así que me sentí bien con que ella confiara en mí.

-Pues puedes seguir diciéndome como te sientes – Le pedí su numero y me lo dio, así que yo estaba super feliz.

El resto del camino fue de chistes malos de mi parte y pequeñas risas de la suya. Después de dejarla en su casa, me dirigí a la mía.

Quería dormir, no sin antes mandarle un mensaje.

[***]

Holaaaa, que abandonados los tenía. Lo siento mucho, pero la escuela me tiene muy ocupada y hoy encontré un pequeño espacio para concluir este capítulo y subírselos. Es uno corto porque mis ideas no dieron para más, pero prometo que el otro será mejor. Gracias por leer. Un besote, ¡Muaaaaak!

Dos almas perdidasWhere stories live. Discover now