Capitulo 1

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adhara

Hay una línea muy delgada entre irte de la vida de alguien porque así te lo pide la vida. E irte de la vida de alguien porque tu decides irte, la segunda es buena opción cuando la persona de quien decide alejarte no te aporta nada y solo te quita. Pero cuando esa persona te necesita, y decide irte por un acto de egoísmo, ten por seguro que deja un alma vacía y solitaria.

Vaya que ese pensamiento siempre estaba presente en mi mente, una y otra ves daba vueltas por ahí, dejando dudas que solo me hacían sobre pensar todo lo que poco a poco deje atrás, mi vida social, mis palabras, mi felicidad... no , no era justo que por su culpa me sintiera así.

-Tierra llamando a mi pequeña estrella, ¡HOLAAA! - ¿Qué diablos?, ¿Cómo llegue aquí? Hace literalmente como dos minutos estaba en mi cuarto, sin querer salir, y ahora estaba en el auto de mi padre, yendo a la escuela.

-Si lo siento ¿Qué ocurre? – escuché la pequeña risa que soltó mi padre al ver que regresóba a prestarle atención con mi típica frase, al girar a verlo me encontré con algo que jamás había notado en él. Tristeza. Veía tristeza en sus ojos, esos bellos ojos que me despertaron con una sonrisa amable, esos ojos que me recibieron siempre al llegar a casa, en lo que antes vieron amor, felicidad y paz. Y en los que ahora encuentro solo tristeza y preocupacion. Que por su culpa estan asi.

-Te decía que después de la escuela no podría pasar por ti, el doctor me llamo y quiere que lo veas antes de las 12- fruncí el ceño, el debió de ver mi cara porque se apresuro a aclarar- Me dijo que los resultados estaban listos.

-Al fin, llevamos esperando esos resultados desde que ingreso ahí, hace dos meses- murmure más para mí que para él, pero al parecer si me escucho porque solo lo oí suspirar con pesadez.

El trayecto a la escuela se me hizo muy corto después de esas pocas palabras que intercambie con mi padre, que, debido a la enfermedad de mi hermana, tenia poco tiempo de sobra.

Maia, mi hermana, había sido detectada con leucemia hace seis años, desde entonces se la vivía en hospitales, tomando mas medicinas que solo la drogaban y no disfrutaba de sus niñez, y ahora de su adolescencia. Y que en este instante estaba internada en un hospital a causa de una recaída, después de meses de no tenerlas.

Al recorrer los pasillos de la escuela hacia mi casillero, note una pequeña brisa que me erizo la piel. El candado de mi casillero estaba tan frio que sentia como me quemaba. Este candado empezaba a darme serios problemas. Alguien me saco de mis pensamientos aclarándose la garganta.

- ¿Necesitas ayuda? – Era un chico alto de cabello espantosa y perfectamente desordenado, pelirrojo y con unas pecas que lo hacían ver adorable. Tenia una especie de cicatriz del lado derecho de su mejilla, cerca del ojo. Wow, tenia unos ojos divinos, uno de color verde como el pasto brillante de la primavera, y el otro de un azul intenso como el mar, pero el mar que te transmite calma, ese azul que casi llega a gris, sus ojos son el claro ejemplo de lo contrastante que pueden llegar a ser las cosas. Muchos detalles Adhara, concéntrate, ¡DI ALGO! ¡llevas como dos minutos viéndolo!

- N-no muchas gracias- baje la mirada, llevo tiempo sin hablar con alguien que no fuera mi padre, mi hermana o los profesores y estaba muy nerviosa, que mi voz salió casi inaudible.

- ¿segura? Parece ser que el candado no te ayuda, deja que lo haga- el dejar que me ayude implicaba que le tiene que dar mi contraseña, y no es que tuviera muchas cosas en mi casillero, pero lo acababa de conocer. Y al parecer leyó la duda en mi porque soltó una risilla que vino acompañada de una sonrisa, y vaya que, que sonrisa. No solo era guapo sino también era carismático y tenía una hermosa sonrisa- no te preocupes por la contraseña, se guardar secretos.

Dos almas perdidasWhere stories live. Discover now