Adhara
La clase de español era una de mis favoritas, aunque no era la mejor en la materia, me iba bien y me consideraba bastante buena. Así que cuando me toca español como ultima clase realmente no sufro mucho.
Estoy segura de que el timbre no tardará en sonar indicando el término de las clases regulares del instituto. Para aquellas personas como yo, que no tenemos otras actividades como talleres o deportes, ya nos podemos ir a casa. Solo que yo iba directo hacia el hospital donde se encontraba internada Maia.
Y como había previsto el timbre sonó y todos los adolescentes de mi clase salieron disparados hacia el pasillo festejando el término del día.
Ya de camino hacia la parada de autobús, saque mi celular para ir pidiendo el taxi que me llevaría con mi hermana.
Todo iba de maravilla hasta que escuche que alguien gritaba mi nombre. Era una chica que se estaba acercando a mí, sentía que el miedo se empezaba a apoderarse de mí. Pero la chica se detuvo en frente mío, con una distancia bastante prudente. Era Isiie, una compañera de algunas clases con la que pocas veces intercambie palabra con ella. Era alguien de mediana estatura, que por lo menos me sacaba 6 o 7 centímetros, el cabello castaño cortado hasta por encima de los hombros, una tez morena claro donde podía distinguir sus ojos que además de grandes y llamativos eran de un color café, pero no café como el mío, sino un café bastante oscuro, pero que la hacía destacar entre muchas.
—Adhara ¿qué tal? —me pregunto. Traía una sonrisa en la cara que pareciera la más reluciente —¿Hacía donde vas? Pensaba que tal pudimos ir a tomar algo para ya sabes, conocernos.
No sabía de dónde salía el repentino interés de querer hacerse mi amiga, si la mayoría de las personas que me hablaron dejaron de hacerlo al momento en el que se enteraron de la enfermedad de mi hermana. El problema fue que no se enteraron cuando recién llegamos a la cuidad, sino que fue un año después, y eso realmente me dolió. Me había costado tanto encajar aquí después de lo que paso, que cuando todos me abandonaron, mi único refugio era yo, mi único amigo era mi sombra y mi única compañía era la soledad de casa.
—Iba a ver a mi hermana— mi voz había salido como un monosílabo casi inaudible, que al parecer si escucho por qué no dijo nada más, ni insistió ni nada. Solo se despidió deseándome una linda tarde y se fue.
Mi taxi ya había llegado, así que después de decirle la dirección arrancó hacia el hospital. Estaba ansiosa de ver a Maia, tenía al menos dos semanas sin ir a verla porque me sentía la peor hermana del mundo al yo estar afuera técnicamente disfrutando de mi vida, y ella encerrada. Era egoísta.
El hospital como siempre se encontraba tranquilo. Cuando llegué a recepción solo tuve que dar mi nombre y el de Maia y me dejaron subir a verla. Piso 15, pasillo 4, habitación 3-45. El hospital era demasiado grande, no entendía por qué tantos pisos, pero suponía que al ser del sector privado tiene que tener cierto lujo en sus instalaciones.
En el pasillo ya se encontraba mi padre y el doctor, el cual estaba dando indicaciones a mi padre. Al pararme junto a el vi que tenia los ojos rojos, muy rojos.
El doctor se fue después de darme una mirada lastimera que yo no sé porque, pero presentía algo malo.
—Papá que pas...— no me dejo terminar y envolvió mi cuerpo en sus brazos dejándose caer y arrastrándome con el— ¿Qué pasa? Papa me asustas, dime que pasa.
—Adhara tengo que decirte algo, es de los análisis. Por favor no le digas nada a tu hermana—Tras prometerle que no diría nada, me guio hasta un cuarto que parecía un despacho.
Yo no sabía lo que me esperaba de aquella platica, no sabía los cambios que iba a traer consigo. No sabía que esa platica iba a cambiar por completo nuestras vidas, la de él, la de Amia y la mía. Mi familia iba a sufrir transiciones fuertes. Tenia que estar preparada.
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Dos almas perdidas
Romance¿La persona correcta llega en el momento indicado? Si, por que en mi caso llegó en el momento cuando yo veía que ya no tenía salida, cuando no veía la luz al final del túnel.