A pesar de todo.

8-Heridas abiertas

Esa noche había pasado entre trago y trago, cuando la oficial se dió cuenta, la zaunita estaba tendida sobre el sofá y ella misma estaba viendo borroso, en estas condiciones no iba a poder volver a casa por lo que estaba barajando la opción de quedarse pero no quería usurpar la cama de la pelirrosa, aunque no tendría más opción.

Al ingresar en la habitación observó los alrededores. Todos los muebles eran negros y minimalistas pero con un aspecto sobrio, tenía una gran cama con esponjosas colchas grises y almohadones en tonos grises, negros y rojos con estampado simple; dos mesas de luz, una a cada lado y lámparas tubulares, También habían colocado los cuadros que ella había elegido ya que pensó que ese departamento tendría que parecer un hogar y estando vacío no podría serlo.

Dentro del armario había una cuántas colchas más, era una noche fría así que tomó una y caminó silenciosamente por la sala hasta encontrarse frente a la otra chica y con cuidado la cubrió.
La verdad es que estando tranquila sin gritar, decir groserías o hacer bromas extrañas, se veía linda.

‘ay Caitlyn por dios’- sacudió su cabeza-‘el alcohol te está haciendo pensar cosas extrañas’- concluyó. Seguramente esa extraña y momentánea cercanía le había hecho pensar cosas extrañas.

Entendía que la pelirrosa había estado bebido desde antes de que llegara y que por lo que había notado, ella estaba melancólica, así que si se había sincerado con ella era probable que fuera por eso. 

‘Bueno, es mejor no darle más vueltas e irme a dormir’- pensó mientras se recostaba en esa gran cama-‘me disculparé por esto mañana’- suspiró y luego cerró los ojos. Sabía que al día siguiente era lunes y de todas maneras tenía que despertar temprano. Probablemente se arrepentiría de haber bebido pero ya no importaba.

La mañana siguiente llegó muy rápido, y es que seguramente habrían estado hablando hasta entrada la madrugada.

Lentamente la oficial comenzó a despertar gracias a la alarma del escritorio.

‘¿Ya es hora?’- pensó adormilada mientras se sentaba en la cama intentando levantarse.

‘ugh, realmente me duele la cabeza’- caminó a oscuras por el pasillo y en ese momento vió a la pelirrosa que misteriosamente estaba despierta.

"Buenos días pastelito"- sonrió mientras comía un sándwich.

"No es muy temprano para comer eso?”- la miró acusadora.

"Se convertirá en músculo, no te preocupes"- rió-"si necesitas un cepillo de dientes, hay otro en el botiquín. El que compramos venía con otro"- dijo sin darle importancia y continuó en su disque desayuno.

"Claro"- asintió ella y se metió en el baño. Mientras se lavaba los dientes, se miró al espejo.

‘luzco fatal’- también le dolía el estómago. Todo eso porque nunca acostumbraba a beber alcohol.

Cuando salió del baño Vi le indicó que se sentara a la mesa y puso un vaso con un líquido grisáceo y extraño frente a ella.

"Eso ayuda con la resaca, bébelo y estarás como nueva en unos minutos"- dijo orgullosa, pero la mezcla más que alguna medicina parecía alquitrán e incluso creyó ver que se movía.

"No.... gracias"- sonrió tratando de aparentar.

"No muerde...creo"- se burló ella-"te aseguro que funciona, o le tienes miedo?"

La chica de cabello azulado respiró profundo, si algo no era es cobarde-"lo beberé"- dijo firmemente y tomó todo de un trago. Sentía como eso bajaba y quemaba sus entrañas-"ugh..."- gimió, casi lo expulsaba.