19. Viaje

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Narra México.

No dormí en toda la noche y estoy seguro de que él tampoco.

Al final del día hizo lo que dijo; mi mano derecha la dejó esposada a la cabecera y la izquierda quedó libre, pero aún así fue necio y no me permitió dormir sólo.
Aunque ni siquiera pude dormir…

Durante toda la noche estuvo inquieto, no me dejó dormir; me olía el cabello, aveces intentaba abrazarme o me acariciaba las mejillas, se levantó un par de veces pero no puse atención a qué. Obviamente me quedé despierto para estar alerta de todo lo que intentará hacerme, pero al parecer no se pasó de la raya.

Aún así no pude descansar, ya eran las 7:00 a.m. y en ningún momento pegué el ojo.

—Buenos días, cariño —me susurró, supuse que ya había notado que estaba despierto.

Volteé la mirada y él estaba abrazándome, me miraba sonriente pero se notaba que no había dormido, sus ojeras lo delataron.

No le respondí, no quería hablar con él.

—No dormí —suspiró—, estaba tan emocionado por tenerte a mi lado que no pude conciliar el sueño —hizo una pausa—. Ya reservé nuestro vuelo a tu país, es hoy por la tarde así que hay que preparar nuestras maletas.

Aparté la vista, sentía un nudo en la garganta, me sentía feliz por al fin ir a casa, pero también frustrado por saber que Alemania no me dejaría solo ni durante el más pequeño momento.

—¿No te emociona ir a tus tierras? —preguntó—, incluso podemos aprovechar para traer ropa tuya, así ya no tendrías que repetir tanto tus outfits.

—¿A qué hora es el vuelo? —ignoré sus palabras, realmente no me importaba charlar con él.

—Oh, es a las 4:00 p.m. —respondió—, fue el único que encontré, espero y la hora no sea un inconveniente para ti.

Negué con la cabeza, no importaba la hora, lo único que quería era estar en mi casa.

—Rentaremos un auto allá, así podremos llegar rápido y sin usar transporte público —continuó hablando—. Estoy muy emocionado por conocer tu casa, ¿Cómo es? —preguntó.

—Soy dueño de un rancho en Jalisco —esta vez sí le contesté—, en el rancho están dos haciendas, pero una es demasiado antigua para vivir, entonces vivo en la otra.

—¿Es una hacienda? —respondió de inmediato—, he estado leyendo a cerca de tu historia; las haciendas eran donde habitaban los dueños de las tierras y jefes de los peones, generalmente eran españoles con privilegios económicos, ¿Cierto?

Me sorprendió un poco que lo supiera, aunque se notaba que no había entendido bien que eran, tenía una leve idea que no era del todo incorrecta.

—Sí, algo así —suspiré.

—Pero, ¿Cómo te hiciste dueño de una? —preguntó.

—Con la llegada de la independencia, muchos españoles dueños de haciendas y terrenos huyeron del país, por lo que las tierras fueron repartidas a los campesinos; posteriormente, con la revolución muchos más españoles se fueron de México y abandonaron sus bienes, obviamente los pueblerinos no se quedaron así y se repartieron todo, yo adquirí el rancho así.

—Increíble —me dijo—, tu historia es muy interesante.

«Mi historia es un mar de sangre», pensé, no me gustaba hablar de mi pasado.

—Deberíamos levantarnos ya —le dije—, tú deberías preparar tu equipaje, yo tengo todo lo mío allá.

—Tienes razón —respondió y de inmediato se levantó de la cama—, puedes quedarte recostado mientras preparo el desayuno.

Estocolmo (Countryhumans • Alemania • México) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora