Estocolmo (Countryhumans • Alemania • México)

18. ¿Junta?

Narra México.

—¿Chiquillo? ¿Seguís en la línea? —la voz del español sonaba del teléfono.

Honestamente estaba aterrorizado, Alemania estaba mirándome desde el marco de la puerta y no se veía nada contento con lo que yo estaba haciendo, todo lo contrario, se mantenía serio y con una mirada asesina, como si estuviera muy enfadado.

—¿Con quién hablas? —volvió a preguntar y esta vez sí hizo un movimiento, acercarse a mí, lentamente comenzó a caminar hacia mí.

Coloqué el mute en la llamada para que España no pudiera escuchar que era lo que yo decía.

—Es mi padre —le dije—, España me llamó y busqué el celular para contestar.

Por su parte, simplemente se detuvo hasta estar detrás de mí y colocó su mano derecha en mi hombro.

—¿Podrías poner el altavoz? —preguntó, su voz y semblante continuaban manteniendo seriedad.

No respondí nada y solamente lo hice, coloqué el altavoz.
—Hey, chico, ¿Podéis escucharme? —la voz del español llamaba por mí.

—Contesta —ordenó el alemán.

Quité el mute de la llamada y respondí con la mayor neutralidad que pude.
—Perdón pa' —le hablé al teléfono—, es que ando guisando y dejé el celular en la mesa.

—¿Y por qué no me dices? —respondió—. Coño, y yo aquí hablándole a la nada.

Sonreí, aunque estaba en una situación bajo presión, me alegraba mucho poder escucharlo.
—Te dije que estaba ocupado —continué—; pero bueno, que milagro que me llamas ¿Qué querías decirme?

—Pues sé lo descuidado que eres así que te llamé para hacerte un recordatorio, porque seguramente ya se te ha olvidado —sí, lo más probable es que ya se me había olvidado porque no sabía de que estaba hablando—. No sabes de qué estoy hablando ¿Cierto? —me leyó la mente.

Solté una leve risa, me conocía perfectamente.
—La neta, la neta —comencé a bromear—, la neta no sé de qué estamos hablando.

—Lo supuse —rió; sentí un vacío en el estómago al escuchar su risa, nunca creí sentirme tan feliz de poder escuchar al viejo sonreír—. El punto es que la reunión de ONU se dará en México y solamente quería recordarte eso.

—¿La reunión de este mes? —cuestioné, eso implicaba tener que viajar a mi país.

—Sí, Nueva España, sí —continuó—, creo que será en el Palacio Nacional o algo así, tú conoces tus tierras.

—Cuelga —un susurro en el oído me trajo de vuelta al estrés, Alemania me había pedido que colgara.

—Ah, sí, pa' —ya me iba a despedir—, gracias por acordarme; ya me voy porque el arroz ya se empezó a quemar y estoy solito en casa, ahí nos olemos en la junta.

—"Ahí nos olemos", ¿Qué clase de despedida es esa? —cuestionó, sonaba enojado, sé que le molesta que no esté tan apegado a la lengua española.

—Te quiero apá —le dije con toda sinceridad—, nos vemos, bye.

—Hasta luego, también te quiero, Nueva España —y la llamada se cortó, Alemania le había colgado por mi.

Me quedé en silencio todo aquel sentimiento de alegría desapareció en mí, ahora lo único que me preocupaba era la reacción que el alemán tendría respecto al asunto.

—Encontraremos una solución para lo de la junta —dijo Alemania—, mientras, quiero dejar en claro que está estrictamente prohibido utilizar el teléfono —me habló con seriedad.