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En el olimpo los dioses se encontraban en sus templos correspondientes, haciendo las cosas que normalmente hacen.

Ares y Atenea se encontraban entrenando, ser los dioses de la guerra los mantenía estar en condición, con ellos entrenaba Aris cuando estaba de paso por el Olimpo, puesto que ésta también era diosa de la guerra.

Artemisa se encontraba entrenando a sus cazadoras.
Pero el dios que nos interesa se encontraba en su templo, en una de las habitaciones que tenía para dibujar o pintar, Apolo estaba dibujando un florero en su lienzo, poniendo toda su concentración en lo que estaba haciendo, el dios del sol miraba el florero y guarda la imagen en su mente, para posteriormente plantarla en el lienzo.

Por otro lado, en el templo mayor, el cual era de Zeus, se encontraba el dios del rayo con Aris, (la cual era su hija junto a Hera y melliza de Ares) y como ya era costumbre en ellos, se encontraban discutiendo.

-Honras más a Hades que a mí –dijo el padre de dioses.

-Te honraría si no me hubieras desterrado y mandado al inframundo, Hades me abrió las puertas de su castillo y me apoyo en todo –dijo Aris.

-Yo soy tu padre –grito Zeus provocando que los rayos tronaran por el Olimpo, llamando la atención de todos los dioses que habitaban ahí, provocando que dejaran de hacer las cosas que normalmente estaban haciendo.

-¿Ahora si eres mi padre? –Aris comenzó a caminar por el salón de tronos- Me desterraste de aquí con la excusa de que podía quitarte el puesto como padre de dioses, me pusiste más obligaciones, ¿Sabes? -frunció las cejas- Son uno de los dioses que llevan el titulo más largo, fui la segunda en habitar el inframundo en cuestión a dioses y me convertiste en esto –Aris se envolvió en llamas, haciendo que su pantalón y su blusa cambiaran por un vestido negro tipo griego con partes doradas, la diferencia era que su brazo izquierdo era solo el hueso y la mejilla derecha la tenía carcomida y todo su cuerpo estaba rodeado de fuego azul- Tú me hiciste esto y dices ser mi padre.

-Lo soy –dijo Zeus y se paró frente a ella- Y lo seguiré siendo hasta que me honres a mí.

-Mi padre es Hades, por lo menos él no mato a sus nietos.

Todos los dioses que habitaban el Olimpo se encontraban mirando como los dos dioses discutían, Apolo miraba a su esposa y sentía todo el rencor que sentía hacia su padre y Hera miraba como su hija y esposo discutían. El dios del sol, junto a la diosa del matrimonio se encaminaron hacia los dioses que discutían.

-Zeus, es suficiente –dijo Hera.

Apolo se colocó detrás de su esposa y le acaricio los hombros con cuidado de no tocar el fuego, Aris se relajó y regreso al aspecto que tenía antes, el dios del sol, tomo a su esposo de la mano y la saco de la sala de tronos, junto a ellos dos se fue Ares.

Los tres dioses caminaban sin decir ni una sola palabra, hasta que llegaron al templo de Apolo, los tres se sentaron en el suelo y posteriormente llego Artemisa, estos cuatro dioses normalmente estaban juntos, esperando que no sucediera nada entre ninguno de los presentes.

-Siempre ha tratado de arreglar lo que hizo –dijo Aris

-Se arrepintió después de tu degradación –dijo Ares.

-Eso no quita el hecho de que lo hizo –dijo Aris de nuevo- Piensa que con un simple perdón todo está solucionado –miro a los dioses que estaban a su lado- Durante siglos he sido la diosa con la que asustan a los niños que se portan mal, les dicen que los arrastrare al inframundo para dárselos de comer a cerbero –sonrió- Sinceramente no le daría porquería a cerbero y menos mocosos latosos.

-Yo escuche una versión diferente –dijo Artemisa mientras se cambiaba de lugar, para quedar frente a los dioses, con ella se movió Ares.

-¿Qué escuchaste? –dijo Apolo después de un silencio-

-Escuche a una mujer de Atenas decirle a su pequeño que Aris, la diosa de la venganza junto a némesis, sufrió un castigo inaceptable, el pequeño pregunto sobre el castigo y su madre le dijo que degradaron a la diosa a los infiernos, dejando de ser un ser de luz para volverse un ser de oscuridad y supremacía hacia los olímpicos, el niño le pregunto si eras la diosa a la que temen los niños y su madre le dijo que sí. –Aris miro a Artemisa durante todo el relato haciéndola sentir nerviosa.

-Yo escuche que eras un ángel oscuro –dijo Ares encogiéndose de hombros- Parecida al ángel de la muerte de los judíos, pero muchos te nombran Satanás.

-Prefiero ser llamada dueña de todo lo perverso –dijo Aris haciendo reír a los dioses que estaban a su lado. Posteriormente miro a Apolo- ¿Tú que has escuchado?

-Que eres la diosa perfecta para hacer una rebelión contra Zeus –dijo mirando a su esposa.

-Básicamente Lucifer –dijo Ares riendo.

-Somos muy diferentes, bueno diferentes religiones y sexo.

-Sinceramente todos creíamos que después de que papá te desterró, regresarías con un ejército de demonios y lo derrocarías sin misericordia.

-Lo pensé –dijo Aris sincerándose- Pero Hades dijo que no era lo mejor, entonces decidimos que olvidaría por completo al Olimpo y sus templos.

-Obviamente al decir Olimpo te refieres a todo menos a Apolo ¿Cierto? –dijo Artemisa- Seamos sinceros no podrías vivir sin el idiota de mi hermano.

-Me siento ofendido –dijo Apolo- Soy un dios FA-BU-LO-SO y eso te lastima, quisieras ser como yo.

-¿Un mujeriego? –pregunto Ares.

-No, Ares. Un dios inteligente –dijo Apolo en su defensa.

-Prefiero a Atenea –dijo Artemisa.

-¡Fuera de mi templo! –dijo Apolo haciendo que Ares y Artemisa se fueran riendo.

De esta manera, el dios del sol y la diosa de la venganza se quedaron solos en el templo del primero, ella miro al dios y Apolo la miro de regreso y le sonrió.

-Hace tiempo que no estábamos juntos –dijo el dios.

-Han pasado muchas cosas desde que me fui –dijo ella.

-¿Supiste lo que paso con Percy? –pregunto Apolo.

-A lo que sé, está en el campamento Júpiter, pero sin sus recuerdos –respondió Aris.

-¿Sabes algo de Jasón? –pregunto de nuevo el dios.

-Nada –dijo ella mirándolo- ¿Y tu?

-Igual que tú, papá no me deja verlo –miro a su esposa.

-Decir papá y saber que es padre de los des es un poco extraño.

-No lo había pensado de esa forma –dijo Apolo- Pero no contamos como hermanos ¿no?

-No –Aris lo miro- Nuestras madres son otras y esa es un gran ventaja.

Los dioses siguieron hablando de cosas completamente triviales, poniéndose al corriente de lo sucedido en los años olvidados. Posteriormente Apolo retrato a su esposa en un lienzo y al terminarlo lo coloco a la entrada del templo.

La Soledad del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora