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Aris miraba a Apolo con una sonrisa, recordaba todas y cada una de las citas que habían tenido, citas que ya no existían para el dios, citas que solo eran un recuerdo para la diosa, algo que solo una de las dos partes sabia, citas que quedarían olvidadas con el paso del tiempo. 

Apolo volteo a ver a la diosa y la descubrió mirándole, le sonrió de vuelta haciendo sonrojar a Aria, ella no esperaba que él la mirara, mucho menos de la manera en la que la estaba mirando, la miraba como si supiera quién era ella, la mirada cálida que le daba en las mañanas cuando se encontraban. 

-¿Estas bien? -preguntó él- Te noto algo diferente, bueno no te conozco o quizás mi subconsciente sí pero -suspiro- Sabes a lo que me refiero. 

-Lo se -dijo ella y se acerco un poco al joven- Pensaba en todo lo que ha sucedido después de la guerra y aunque no lo sepas, lamento no haber estado cuando lo necesitabas, en verdad lo lamento, lamento haberte dejado y hacer que mis responsabilidades se pusieran sobre ti, cuando lo unico que debia preocuparme eras tu y tus hijos

-Nuestros -el joven la interrumpió- Son nuestros hijos, perdón por esa interrupción pero son nuestros hijos y siempre seran nuestros hijos y lo digo porque necesito regresar a ser dios, necesito tener a mi esposa a mi lado y cuidar de mis hijos -Apolo dejó el arco en el suelo- Probablemente no sepa que es lo que está pasando en este preciso momento, pero sé que mi yo dios te ama y sé que mi yo mortal también, aunque no te conozca de nada -ambos rieron- Pero mis hijos siempre seran los tuyos, no te hagas menos por ello -Apolo tomó la mano de Aris y la acercó a él, le dio un beso en la frente y la abrazo- Te amo, te conozca o no, te amo -y la beso, algo que Aris no esperaba para nada. 

Día tras día, Aris visitaba el campamento, visitaba a sus hijos, visitaba a Apolo, pero sobre todo visitaba la casa grande, necesitaba respuestas, había fragmentos de una profecía en su cabeza, que necesitaba responder y esta no era la excepción.

La diosa subió al ático y se sentó en el lugar donde tiempo atrás estaba sentada el fantasma del oráculo, la esencia del oráculo.

-Necesito respuestas, necesito saber que significa la hija de Demeter -dijo Aris en un susurro- No puedo desaparecer.

Aris escucho pisadas, al levantar la cabeza Dionisio la miraba, la miraba como una niña pequeña e indefensa, no como una mujer.

-¿Te preocupa, Apolo? -pregunto Dionisio tomando asiento frente a ella.

-No él, sino la profecia que me llego, no logro decifrarla, no puedo escucharla, solo sé que trata con la hija de Demeter.

-¿Magnolia? -dijo Dionisio.

-Apolo le dice Meg, no sé como se llama, Megara quiza -dijo la diosa- No entiendo.

-Permiteme ayudarte -dijo el dios del vino- Preparate. -Dionisio se levanto y mostro su forma de dios- Necesito hablar con el Oracúlo -la diosa sintio como sus sentidos se apagaban y con ella el color de su piel, convirtiendose en un color pálido con los ojos brillando cuál luz.

-Soy el espiritú de Delfos, orador de las profecias de Febo, Apolo asesino de la poderosa Pitón, acercate al buscador y pregunta.

-Escuche que había una profecia sobre Meg, la hija de Demeter.

-Antes de conocer el futuro, deberas conocer el pasado.
Hace tiempo, antes de nuestra era. Una hija de la agricultura se enamoro de un rayo de sol, la vegetación florecia y los humanos no carecian de trigo, el sol se encariño de la agricultura y pasaban juntos, pero el sol encontro un verdadero amor, la oscuridad. Juntos hicieron un nuevo mundo, un nuevo comienzo, ambos eran amados por igual, ambos tenian el poder del otro, sin embargo la agricultura se enojo y cayo, dejo a los humanos sin alimento logrando muertes y destucción, la madre agricultura al descubirlo la durmio. Ella esta destinada a volver, esta destinada a enamorar al sol, pero el sol debera elegir entre el equilibrio o el comienzo, después de una guerra el sol caera, dejando a la oscuridad una carga abismal, él deberá eligir su nuevo camino, pero ten encuenta buscador, que una elección errorea, desaparecera a una de las dos, logrando así una destrucción -Aria volvio en si, miraba la cara de Dionisio y no lograba encontrar un significado, el dios solo pensaba en esta profecia.

-Debemos hablar con Quirón -el dios tomo de la mano a la diosa y juntos bajaron a la sala.

Nuestro amigo se encontraba leyendo, sentado en su silla de ruedas, el dios del vino menciono lo escuchado por el orador de Delfos, dejando a ambos acompañantes con un mal sabor de boca, todos los humanos y dioses estaban conscientes que la oscuridad se referia a Aria, ella vivió en carne propia la hambruna ocasionada en aquella noche, los gritos de guerra por el ultimo alimento y sobretodo el ruido de las espadas chocando entre si.

-Debemos tenerte vigilada -dijo Quirón mirando a la diosa- La oscuridad puede consumirte, necesiamos regresar a Apolo a lo que era, antes de que esta profecia se cumpla.

-Se cumpla o no en este tiempo, la profecia se cumplira -dijo Aria- Sé que existen ciertas profecias que tienen miles de años sin ser cumplidas, pero esta no es la primera vez que una hija de Demeter quiere a Apolo, seamos sinceros todas las relaciones de Apolo ya sea con humanos o semidioses, siempre terminan mal, ahí tenemos a Jacinto, un joven demasiado bello, pero que sucedio, un viento en falso ocasiono su muerte.

-Muy en el fondo sabemos que Apolo esta destinado a sufrir amorosamente -dijo Dionicio- Desde Daphne hasta Jacinto, Apolo no ha tenido nada más que soledad, si se quedara contigo eso lo haria libre.

-Nosotros no decidimos por el, hermano -dijo Aria- No nos queda más que esperar la decision de Apolo.

-Les aconsejo algo amigos dioses, el Apolo que conocimos ya no existe, se encuentra dormido en un muchacho llamado  Lester y eso no podemos camambiarlo.

Los tres se miraron, cada dia estaba más cerca la destrucción.


















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⏰ Última actualización: Feb 21 ⏰

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