16/Marzo/22
-Hola -dijo Juliette, enternecida.
Los hijos de los demás siempre la estremecían, pero las madres la asustaban [...]
La naricita se arrugó y los ojos apenas parpadearon. Aquella mirada. Cómo se podía soportar todo el día aquella interrogación constante, por qué, por qué, por qué. Aquella curiosidad incansable. Aquellos ojos abiertos como bocas hambrientas.
Y aquella ira, quizá porque lo hubieran traído al mundo. A este mundo.
~La chica que leía en el metro
