Los paramos

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Emra y Wanda habían aparecido en un lugar oscuro, los árboles lucían fuertes, pero a la vez oscuros, como si su fuerza vital estuviera por terminarse, una extraña bruma cubría sus pies, avanzaban con cuidado temiendo pisar algo que no deberían, el suelo parecía ser graba ya que crujía con cada pasa que daban.

— ¿Segura que es aquí?

Wanda sube y baja los hombros, no sabe como responder, está es la última ubicación donde supo que había estado, peor eso fue hace unas semanas, solo que quedaba la esperanza de que siguiera aquí, es la única que tiene contacto real con ella desde aquella vez, espera que el haber traído a alguien más no la haga alejarse.

Emra las hace detenerse, cree haber escuchado algo, Wanda no escucha algo fuera de sus respiraciones, quiere dar un paso cuando Emra levanta la mano y detiene algo en el aire, a los ojos de Wanda es una piedra, luego ve que es metálica, y comprende que no es una piedra, sino una bala, levanta sus manos creando una neblina y luego conjura un hechizo de detección, pero este no revela a nadie.

— Es porque ya tenemos al tirador.

Dices Emra ejerciendo un poco más de presión en la bala, ella escucha un quejido, libera la bala y está salta de su mano, Wanda cree que es alguien con telekinesis, pero se sorprende al ver qué la bala comienza a crecer y adquiere la forma de un hombre.

Este hombre lleva un traje azul oscuro y rojo, una estrella en el centro de su pecho con lo que parece ser una bala volando por ella, Wanda mira más de cerca y ve como su piel es metálica, de inmediato piensa que es otra clase de Metalex se prepara para atacarlo cuando el hombre vuelve a encogerse y desaparece.

Emra dice que es rápido, pero no tanto, su mano se llena de magia blanca y lo siguiente que Wanda ve es como la bala vuelve a quedar detenida en el aire, Emra lo acerca a su rostro y le pregunta quién es, no escuchan respuestas, Wanda le pregunta que le gusta, si el frío mientras sus ojos brillan de color blanco mientras el ambiente se vuelve más frío, o el calor señalando a Emra quien de mala gana enciende su mirada, Wanda dice que pueden usar cualquiera para obtener respuestas.

Emra la mira con reproche pero funciona, la bala dice que no teme a lo que puedan hacerle, nunca dirá dónde está, Wanda pregunta si está cuidando a Nori, la bala no responde, Emra vuelve a tomarlo entre sus dedos y pregunta si es su última respuesta antes de que lo mandé a volar al otro lado del país, el hombre dice que si, pero que no dejará que haga el lanzamiento, de sus manos salen una pequeñas descargas de energía que parecen herir a Emra como si fuera un pequeño piquete liberando al hombre que vuelve a crecer listo para pelear, Emra le aclara que no quieren pelear pero el hombre le dice que no confía en hechiceras.

— Detente Nate, dicen la verdad.

Todos miran como una mujer sale de entre los árboles, sus ojos negros se detienen en Wanda quien la saluda con un gesto de "por favor, no me odies" luego mira a Emra y ve que ella tiene la expresión "ayuda", Nate se relaja y su piel vuelve a ser normal mientras va con Nori, la deja detrás de él pero Nori sigue su camino hasta llegar con las otras hechiceras, Wanda cree por un minuto que va a reclamarle pero en lugar de ello la abraza, Nori mira después a Emra y la une al abrazo.

— Disculpen a Bullet, es muy sobreprotector, Nate, cielo, son mis amigas Wanda Belnow y Emra Zor-Swan.

Nate se quita el casco, pueden ver qué no confía en ellas, pero de igual forma les sonríe, diciendo que es un placer.

— Espera ¿Eres Nate Plamer? El historiador millonario, pero se supone que moriste en una expedición.

— Casi, el trabajo de Lang para cambiar de tamaño me ayudó a sobrevivir al ataque de los mercenarios, pero quedé varado sin agua o comida, por suerte Nori me salvó, me cuidó, a su lado me sentía más libre de lo que estuve en la sociedad, decidí quedarme a su lado, ayudándola y protegiéndola de quienes desean aprovecharse de su magia.

Convergencia de UniversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora