Sin conexión: Indirecta comprendida

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Hermosas les traigo un nuevo capitulo de esta emocionante historia.
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Kloe Woods.

Los días transcurrían lento y doloroso. Había regresado a la cabaña a buscar ropa limpia para continuar con mi labor de vigilancia en el hospital.

–¡James! ¿Me escuchas? –cuestioné terriblemente desesperada. –¡Maldición, "Ares"! –blasfemé enojada. La conexión era mala en ese polvoriento pueblo olvidado por la modernidad. Deseaba salir corriendo de ahí para obtener mejor señal, pero la salud de mi abuelo estaba empeorando con el paso de los días, temía mucho que se pudiera complicar si le quitaba una mirada de encima. No podía ser imprudente, ese viejo hombre me necesitaba en esos últimos momentos de su vida.

Me senté un segundo en la silla mecedora de la terraza de esa preciosa cabaña. Tenía casi dos meses que mi prometido se había ido a otro país, lejos de mí y había sido tan difícil estar en contacto con él.

En las brevísimas llamadas que teníamos, él me decía en corto que, todo estaba bien y que no me preocupara, que su estadía se prolongaría un poco más ahí, pero yo quería saber más ¿cómo estaba? ¿quién era esa sospechosa figura que decía ser su padre? ¿me extrañaba? ¿cuándo volvería? ¡Lo necesito! ¿Por qué no está aquí conmigo?

Eché un bufido al aire y miré al cielo. Desde que vivíamos juntos, nunca nos habíamos separado por tanto tiempo. Su ausencia, me daba severa ansiedad. Ya no lo soportaba y más con esa inmensa incertidumbre que me estaba consumiendo a fuego lento.

El celular que sujetaba entre mis manos comenzó a vibrar. Sentí una llamarada encenderse en mi apagado corazón. Contesté de inmediato, tan pronto como mis habilidades me lo permitieron.

–¡James! ¿Dónde estás? ¡Pásame tu ubicación! ¡Por favor! –demandé totalmente desesperada.

–Kloe, cariño, todo está bien...–su voz se escuchaba torpe y agitada.

–Te extraño tanto. –chillé y mis ojos se cristalizaron.

–Yo también, tengo que dejarte, te llamo mañana. –masculló él.

–Pero...– susurré confundida, pero él, había cortado la llamada. –¡Maldita sea, "Ares"! –me quejé y estuve a punto de estampar el aparato contra el piso, pero me abstuvo de hacerlo. Me mordí el dedo gordo con fuerza.

Tenía una extraña sensación, algo está mal, aunque él me asevere lo contrario. Un sentimiento de miedo me asaltó. Me he quedado absorta unos momentos ante la respuesta de James. Bajé la mirada y observé detenidamente el anillo en mi dedo anular, esa acción me reconfortaba un poco, me ayudaba a remembrar tantas cosas maravillosas que habíamos pasado juntos. Él me pertenecía y yo le pertenecía a él, así lo habíamos prometido y esa pieza de metal era símbolo de ello. Pero si las cosas seguían así, tendría que tomar medidas drásticas. Lucharía por lo que siento por él.

Entonces, recordé lo que Chuck me había dicho en el hospital acerca de mi presunto matrimonio con James Parker, mi padre no lo permitiría. Una alerta se encendió en mi cabeza, me quemaba. La idea de que "alguien" se estaba interponiendo entre nosotros se apropió de mis pensamientos. No debía ser estúpida e infantil, ese hombre es capaz de cualquier cosa con tal de saciar sus bajos intereses.

Jennifer Jones.

Caminaba desesperada sobre el pasillo de ese sobrio edificio dedicado a ser un buffet de abogados en Washington, mis tacones tronaban al compás de mis caderas.

Me detuve frente a la oficina que señalaba: "Charles Woods", me arreglé la falda y el cabello; y cuando me sentí resuelta, toqué a la puerta.

–Adelante. –demandó una voz masculina.

Más que ayer, pero menos que mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora