Hermosas, les dejo el capítulo de hoy
Espero lo disfruten mucho.
Les amo.
__
James Parker.
Mi cuidador, ese tipo, me odiaba de antemano, era de tez morena, gordo, de anchos hombros y alto, por ojo izquierdo portaba una pieza de vidrio, siempre olía a rancio y su ropa era de tipo militar, seguramente había sido combatiente en alguna guerra y justo ahora, era un mercenario, estoy casi seguro de que lo habían retirado y rebajado de categoría porque tenía inicios de "Parkinson" podía ver como las manos siempre le temblaban, las ocultaba en sus bolsillos. El no poder sujetar y apuntar un arma de manera correcta era muy evidente que le provocaba humillación. Estoy totalmente seguro de que eso le generaba vergüenza a un guerrero como él.
Nunca le he hecho nada, ni mucho menos me he metido con su persona, no es como que pudiera porque siempre estoy encerrado, odiándolo cada segundo un poco más. Sin embargo, él trasfiere de manera muy acertada el repudio que me tiene el hombre que me condenó aquí a través de Lu, así le dicen: "Lu".
Puedo apostar que esta "cárcel" secreta ha sido configurada para gente como yo, hombres e incluso mujeres que son odiados por alguien rico y poderoso de cualquier parte del mundo. Somos juzgados y torturados como criminales. No quiero mencionar lo que me han hecho, pero las cicatrices de mi espalda y torso hablan por sí solas.
Cuando llegué a este lugar, había muchos murmullos, con el paso del tiempo se fueron aminorando. Mataban a todos, uno a uno cuando daban la orden indicada, cuando dejábamos de ser "útiles", éramos rehenes con fecha de caducidad. Entre susurros logré escuchar decirles que el hombre que me "protegía" había muerto y que había que proceder con la aniquilación apenas el "jefe" avisara. No pude escuchar más, se habían callado, yo fingía estar dormido.
‹‹Qué en paz descanse Gregory Woods›› pensé y luego, me persigné.
Me las había ingeniado para robar un alambre que había desprendido del aparato que me daban para llamar a Kloe, había logrado abrir mi celda y correr a sujetar la mencionada máquina para concretar una llamada con ella.
Casi no hablaba y siempre ponía un gesto lastimero, necesitaba que pensaran que era débil, manso e ingenuo, de esa forma, no me vigilarían tanto. Estaba funcionando. Lo sabía porque ya no apretaban con tanta fuerza la mordaza de mí boca.
Ese día, antes de mi aniquilación, logré escapar de mi celda. Con el fino alambre, logré abrir la puerta de metal y deslizarme a su "cuartel general" el velador se había quedado dormido. Yo tenía "buen comportamiento" era "inofensivo" no había mucho que vigilarme, nunca hacía cosas raras. Sujeté ese escandaloso aparato y le quité todos los aditamentos que desviaban la ubicación, deprisa llamé a Kloe. Mis dedos sangraban, mis uñas estaban sucias y destrozadas.
Con la voz desgarrada y lágrimas en los ojos, le dije que me olvidara, necesitaba que sepa que si desaparecía era porque era hombre muerto y que nunca había dejado de amarla y que nunca dejaría de hacerlo.
Escuchar por última vez su voz había sido reconfortante. Por un momento, me sentí bien, ella me apaciguaba el alma.
Entonces, un fuerte pinchazo me atacó por la espalda, conozco la sensación de un metal atravesar y cortar la piel, no es la primera vez que me apuñalan, ese dolor, tan familiar, me desprendió del celular con apuro, de un fuerte golpe.
–¡Maldito hijo de perra! –me gritó Lú. –Eres hombre muerto. –blasfemó mientras me golpeaba con su pesada mano.
Saqué fuerzas de donde pude y emprendimos una batalla. Me derribó sobre la mesa de madera podrida en donde los veía comer frente a mí, mientras yo consumía destajos de comida podrida, dicha mesa se quebró con el peso de nuestras masas corporales. Lo golpeé, estaba eufórico, no he comido bien, pero mi sed de venganza me hizo sacar fuerzas de mis debilitados músculos. Hice todo el ruido posible, para que todos los pocos prisioneros que estaban ahí despertaran o despabilaran.
Mi amigo con los cantos del Corán, había empezado a recitar sus hermosos versos que no lograba entender. Me gustaba escuchar su aguda voz.
Lú, me sujetó del cabello y me sacó a tientas del lugar.
Al fin, respiraba aire fresco. Los hombres armados alrededor, se abrieron paso y me sacó a patadas de esa prisión. Entonces logré verlo. Era de noche, no había luna ni estrellas, estaba nublado, fuera de ese horrible recinto todo estaba pesadamente oscuro. Sin esperanzas. El puritísimo infierno.
Un chico, su lacayo: Malib, iba detrás de él. Era flacucho y joven, de al menos trece años, él era quien disparaba siempre, el portador del arma.
–¿¡Lú, que haces!? –gritó el chiquillo.
–¡Camina, maldito! –me gritó obligándome a ponerme de pie y en marcha sobre el piso arenoso. Era una prisión que estaba justo en el desierto, de esa forma rastrear la ubicación o encontrar a estos hombres sería difícil.
–¡Sí vas a matarme, hazlo de una vez! –le grité, hablábamos el mismo idioma, Lú es un magnífico políglota.
Todos los hombres armados que protegían ese fuerte estaban expectantes al espectáculo que estaba dando. Se reían y parecían disfrutarlo. No era una batalla, era una tortura, yo no tenía oportunidad de ganar.
–¡Ah sí que, sí hablas! ¡Maldito animal! –me echó en cara.
Sonreí con cinismo. Las laceraciones de mis labios ardían como los mil infiernos.
–¡Tengo nombre! ¡Imbécil! –le eché en cara, contenerme me había hecho daño, yo tengo una personalidad impulsiva, y haberme visto en la posición de reprimirme había sido muy hostigante. Ahora, podía sacar mi lado rebelde, de todas formas, van a matarme.
–¡¿Y cuál es?! ¿¡Pedazo de estiércol!? –se burló de mí.
Alcé la ceja ante esa asquerosa risa suya.
–¡Es: "Ares"! –sonreí, me sentía tan orgulloso de ese apodo con el que me había bautizado mi "amazona".
–Mentiras, es James Parker. O más bien "era" porque estás muerto. –se mofó en mis narices.
–Apúntale Malib. –exclamó la tosca figura al niño que llevaba un gran rifle que cubría su pecho.
–Mátame tú, ¿por qué el chico? ¡Se hombre y hazlo tú! ¡No seas un maldito cobarde! –le grité, mi garganta ardía. Lo estaba provocando. Lo odiaba sin conocerlo, porque él me había hecho todas las heridas que tenía alrededor del cuerpo, me había roto costillas y había golpeado mi cara en todos esos días de interminable tortura.
Lú, le quitó el arma al chiquillo y luego lo empujó a un lado, apuntó el cañón hacia mí, el viento sopló con fuerza, tragué duro, tenía mucho miedo.
Escuché el "click" del gatillo ajustarse, el cañón despuntó hacia mí, una bala chocó contra mi cuerpo.
Entonces... un líquido tibio comenzó a borbotear de mí, sentí la vida pasar.
Alcancé a oír unos últimos murmullos a la lejanía. No sabía lo que decía, todo se tornaba cada vez más y más borroso.
Mi cuerpo se aporreó contra esa seca arena. El impacto de la bala me había derribado, no lograba moverme. Me sentía débil.
Pronto seré un recuerdo, un fantasma, eso no sonaba tan mal. Me convertiré en un demonio y atormentaré en sueños, en pesadillas a mi "papi suegro" ese era el único consuelo para mí, aunque seguramente ese hombre no tiene ni la más remota pizca de remordimiento.
–Kloe Woods...–susurré para mí mismo. – Te amo más que ayer, pero menos que mañana, no lo olvides, por favor...–murmuré con la boca seca y partida mientras alzaba una mano hacia el cielo, eran mis últimas energías, la luna comenzaba a asomarse de manera lenta, las nubes se iban despejando poco a poco en esa gélida noche, un viento arenoso sopló alrededor de mí.
Oscuridad, absoluta oscuridad.
__
No olviden seguirme en mis redes sociales
Facebook: Daeryls
Instagram: daeryls_writter.
Déjenme un comentaio o una estrellita, les amo. ;)
Atte: Daeryls.
ESTÁS LEYENDO
Más que ayer, pero menos que mañana
Roman d'amourSoy Kloe Woods, acabo de terminar la universidad: Soy ingeniera química con especialidad en petroquímica. Ex campeona de natación. Los deportes son mi especialidad y el canto, mi pasión. Por muchos años, estuve enamorada de un amor no correspondido:...