Despedida: momento de fe

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Hermosas, les traigo un nuevo capítulo de esta emocionnte historia.

No se la pierdan por favor.

Déjenme un comentario.

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Kloe Woods.

Aún recuerdo la última conversación que tuve con mi abuelo, justo antes de que cayera inconsciente en una cama del hospital, momentos previos de que su mente se fuera a navegar a aguas turbulentas sin retorno...

–Señorita, otra vez aquí ¿está extraviada? –me preguntaba el hombre mayor.

–Estoy un poco perdida, ¿podría hablarme nuevamente de esa nietecita suya? –le sonrío y tomo asiento en la hermosa y cálida terraza de esa magnífica cabaña, una sensación envuelve mí corazón.

Él suspira y ordena sus ideas.

–¡Mi hermosa Kloe! ¡Es la niña más bonita que he visto! ¡Es tan lista! Pero es insegura, necesita aprender a luchar aguerridamente por lo que ama. Mi hijo, su padre, es muy duro con ella, pero él no se ha dado cuenta que... su convicción es más fuerte que su sumisión...–afirmó, se escuchaba orgulloso de esa pequeña.

Sus ojos brillaban y la emoción de su voz era mágica. Deseaba memorizar para siempre ese suave timbre de voz, que me arrullara para siempre en los momentos más oscuros.

–¿La amas? –cuestioné.

Hablaba de mí, pero por el tumor en su cabeza, no podía recordarme, su falta de memoria se lo impedía, estaba estancado en un bucle de su pasado, uno donde yo tenía trece años. Mi pregunta era absurda, innecesaria, se respondía con solo ver el semblante iluminado de ese buen hombre, pero me gustaba que dijera que me ama porque no muchas personas me aprecian en este mundo, él me hacía pensar que mi existencia tenía algún sentido.

–Por supuesto que la amo, he hecho tantas cosas para protegerla de su padre... ella no lo sabe, pero tuve que hacer un acuerdo con él...–exclamó en un tono tan bajo de voz. –Y he hecho otras cosas, ella estará bien mientras yo viva, por eso tengo que permanecer con vida todo el tiempo posible, desearía llegar a tener más de cien años. –me sonrió.

Hubiera deseado que el tiempo se detuviera en ese escenario de inmensísima felicidad...

Quise que me explicara más de lo que pasaría cuando él muriera, sonaba alarmante, pero no logró recordarlo nunca, sus labios se habían sellado como una incorruptible tumba, y los secretos se habían ido con él y su mente perdida.

James Parker.

Tenía sed y hambre, la sensación de un hueco en mi estómago era algo constante y doloroso. Había calor, mucho calor. Las condiciones de este sitio te hacían desear estar muerto. Estaba aislado, en un cuarto oscuro, el espacio era reducido, con mucho trabajo podía acostarme en el piso, no había mucha luz, solo entraban un par de rayos que se colaban de la estructura mal conformada del techo. Apestaba a pudrición. No sé cuánto tiempo llevo aquí, he perdido la noción del tiempo.

Tengo una mordaza en la boca. Ese asqueroso sabor se ha quedado en mi paladar. Es un trozo de tela podrido. Al principio sentía arcadas, ahora... me he acostumbrado a esa maldita sensación pestilente.

No estoy seguro de donde estoy. Trato de poner atención a mi entorno para descubrirlo. El clima y los presos del lugar me ayudan. Hay un loco que, al ser torturado, siempre está recitando fragmentos del Corán. Habib es su nombre. Los celadores siempre lo están callando y golpeando cual perro, pero no parece rendirse. Es admirable.

Comencé a rezar, cualquier Dios que me escuche está bien. Deseo salir de aquí, lo único que mantiene al filo mi juicio es mi hermosa "amazona", Kloe Woods.

Más que ayer, pero menos que mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora