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El cielo se comenzaba a pintar de tonos dorados, marcando el final de la tarde. Katsuki y Plisetsky habían estado entrenando sin parar para el evento que se celebraría en unos días. El chico rubio se encontraba en la pista frente a su entrenador temporal, intentando darle un significado a su programa.

Ágape. ¿Cómo se supone que iba a hacer eso?

─Bien, ─sonrió Viktor─ vamos a un templo.

─¿¡A un templo!?

El ruido de la puerta les interrumpió y ambos miraron en esa dirección, encontrándose con la chica de cabello gris recogido en un moño. Mikhaila levantó la vista, sorprendida, al sentir dos pares de ojos sobre ella. Apretó levemente la correa de la bolsa que llevaba sus patines, no se esperaba encontrar a nadie.

─Ah, hola. ─saludó ella─ Pensé que no había nadie.

─¡Mikhaila! ─le devolvió el saludo su hermano con un gran entusiasmo─ No te preocupes, que terminamos ya. 

La chica le sonrió a él y luego a Yuri, para sentarse en el suelo y ponerse los patines. Mientras tanto, los otros dos hombres mantenían algún tipo de conversación al cual no prestó atención alguna. Unos instantes más tarde, entró al hielo mientras ellos salían. Sin perder mucho tiempo, comenzó a practicar saltos a la vez que trataba de encontrar inspiración para sus coreografías. Si Japón le había servido para algo, fue para lograr aprender el puñetero lutz. El dichoso salto se le había resistido durante mucho tiempo hasta que por fin aprendió a hacerlo a base de observar. Si bien era normal ver dicho salto con tres rotacionees en ambas categorías femenina y masculina, los cuádruples eran, cuanto menos, inusuales. Y es por eso que Mikhaila se había propuesto aprenderlo. 

Intentó el lutz, fallando estrepitosamente. Bueno, desde fuera sólo se vió como un pequeño fallo en el aterrizaje del que se recuperó al momento. Pero bueno, un fallo terrible y estrepitoso para Mikhaila.
─Oye, ¿necesitas ayuda con alguna cosa? ─le ofreció su hermano, reclinado sobre las barreras de la pista.─ Tienes los saltos algo flojillos hoy.

La peligris se mordió un poco el labio, no era muy fan de las críticas. Desde luego que no. Desde que se levantó por la mañana hasta que pisó la pista por la tarde-noche había salido a correr, hecho ejercicios varios y practicado sus lecciones de ballet en su cuarto. Por supuesto que tenía las piernas molidas, pero le daba igual. Respiró hondo un par de veces y respondió a su hermano con el rostro más calmado que pudo colocar.
─No, gracias. Está bien.

Yuri Plisetsky la miró patinar mientras cambiaba su calzado. Lo cierto es que por más que la conoce desde hace años, nunca había visto a la chica en el hielo. Nunca se había interesado mucho en la división femenina. Tenía que admitir que era buena, muy buena. Se veía a la legua que tenía capacidad para dar buenos saltos, pero en ese momento especialmente parecía que estuviese dándole más intensidad a su práctica.

─¡Khaila, nos vamos ya! ─gritó Viktor, sacando al rubio de sus pensamientos─ No te quedes hasta tarde o te vas a enterar. ¡Y ten cuidado no te hagas daño!─Mikhaila le hizo un ademán con la mano sin prestarle mucha atención.─ Venga, Yurio. ¿Qué le miras tanto a mi hermana?

─¿Qué? ─espetó él, saliendo de su trance de mala gana─ Nada. Anda, vámonos.

Los hombres abandonaron el pabellón, dejando a la chica a su aire.
Mikhaila meditaba mientras se movía de un lado para otro deslizándose sobre las cuchillas. Trató de realizar el flip que había fallado el otro día, pero no era capaz de hacer las cuatro rotaciones sin tambalearse o caer, y le frustraba.

Lo que más le frustraba en realidad era todo este asunto de Yuuri Katsuki. ¿Por qué quería Viktor quedarse a entrenarlo? Quiero decir, no se le ha perdido nada en Japón. No comprendía qué tenía ese chico, que sólo con existir había robado completamente la atención del peligris. No tenia nada en contra de Yuuri, en absoluto, le parecía un chico súper agradable.

Winter Maiden | Yuri PlisetskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora