Época de merodeadores.

4. Salvados

- Claro, ¿cómo no se me ha ocurrido antes?- empezó a hablar Hermione al aire.

- Tú aquí eres el único que sabe hacer un buen plan.- le elogió Ron.

Lupin miraba a Harry de una forma muy extraña: estaba sonriendo, pero parecía triste, y lo más raro de todo es que no se notaba que estuviera nada impresionado, como si ya se lo imaginara. Al final salió de su trance y le preguntó.

- ¿Eso es una capa de invisibilidad?

- Sí... Me la dio Dumbledore y...

- Es perfecta para salir de aquí.- Dijo cortante.

Los cuatro se metieron debajo de la capa. Era muy complicado, porque Lupin era muy alto y tenía que agacharse mucho para que no se le vieran los pies, y hasta ahora solo habían utilizado la capa a la vez, como mucho, tres niños de once años, así que no se coordinaban demasiado bien.

Salieron del aula y tuvieron que esquivar a varios alumnos. A medida que iban recorriendo los pasillos iba habiendo menos gente.

Después de diez largos minutos de incomodidad y que seguro iban a dejar a todos con agujetas por un mes, llegaron al despacho de Dumbledore.

- ¿Y ahora cómo entramos?

- Tendremos que decir la contraseña.

- Vale, ¿y cuál es?

Ese era un buen problema ¿cuál era la contraseña? Pensaron que podían hacer durante un largo rato hasta que Ron gritó.

- ¡UNA ARAÑA!

- Shhh, Ron nos van a o... - la puerta se empezó a mover y no dejó seguir a Hermione.

- ¿En serio? ¿La contraseña era "una araña"?- Dijo Harry alzando las cejas.

Entraron, con la capa aún puesta, por las escaleras que llevaban al despacho de Dumbledore. La primera vez que Harry estuvo allí, pensó que le iban a expulsar a Ron y a él por haber roto como 50 normas del colegio al entrar en una cámara subterránea con un monstruo asesino. En la vida de Harry eso era como el día a día. Las puertas se abrieron para dejar paso a una enorme sala con muchos retratos de antiguos directores de Hogwarts.

- Quién esté ahí que se haga ver, por favor.- Una voz amable (que rápidamente interpretó como la de Dumbledore) les acababa de pedir que se dejaran ver. No fue hasta pasados cinco segundos cuando Harry entendió que aún llevaban puesta la capa de invisibilidad. Se la quitaron.

- Bu-buenos días, profesor.- tartamudeó Lupin.

- Buenos días Remus, te veo bien.- contestó Dumbledore como si que cuatro personas desconocidas se hubieran quitado una capa invisible en su despacho.

- Pero ¿me conoce?- se extrañó.

- Pues claro, eres igual que ahora, pero un poco más mayor, claro.

- ¿Y no se extraña?

- Digamos que estoy acostumbrado a que la vida me sorprenda.

Definitivamente, veinte años más o veinte años menos, Dumbledore seguía como un cencerro.

- ¿Y quiénes sois vosotros?- dijo señalando a Harry, Ron y Hermione.

- Me llamo Hermione Granger.- Comenzó Hermione.

- Yo soy Ron Weasley.- Continuó Ron.

- Y yo me llamo Harry Potter.- finalizó Harry.

- Ya veo... Tú debes de ser uno de los hijos de Arthur y Molly Weasley ¿no es así?- se dirigió a Ron y él asintió, luego miró a Harry- y tú debes de ser el hijo de James Potter- él asintió.- Harry, Ron y Hermione, debéis de ser un Trío de Oro.

- Buen nombre, podemos usarlo.- les dijo Ron en un susurro a lo que Hermione solo puso los ojos en blanco.

- ¿Cómo habéis llegado hasta aquí?- les preguntó.

- Con esto- Lupin le dio el giratiempo roto- fue un accidente y me temo que se ha averiado, ¿podrá reparalo?

El director miró unos segundos el giratiempo en silencio y dijo:

- Sí, tengo unos contactos en el Ministerio de Magia que podrán arreglar esto.

Harry se alegró muchísimo, por un momento pensó que no podría volver a casa.

- Fantástico, ¿sabe cuánto tiempo tardarían?- preguntó Lupin con una sonrisa.

- No mucho más de un mes.

- ¡¿Un mes?!- preguntaron todos a la vez.

- ¿Qué vamos a hacer aquí durante un mes?- preguntó Ron.

- Tranquilos, ya he pensado en algo.