Capítulo II: Cambios.

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La adrenalina fluyó violentamente por todo el cuerpo de la pelirroja pero rápidamente palideció al sentir la frialdad de aquélla oscura mirada que, si la misma pudiera, de seguro estaría decapitándola. Miss Venable estaba desconcertada por lo escuchado, en cambio, su corazón se le había desbocado; de enojo y de algo más, a parte de la confusión. Y posiblemente eso, que brotaba no muy silenciosamente en su interior, era lo que más le enfurecía y fue por ello que del brazo jaló a la menor, estampándola contra la pared, arrebatándole un gemido que rápidamente le hizo sonrojar.

Y Belle apreció tal color maquillando las perladas mejillas, le admiró como cuando por primera vez contempló un lienzo de Van Gogh. Tragó saliva y su pecho evidenció la alteración de su respiración, siendo inundada por el dulce aroma de la directora. Los labios entreabiertos de la misma fueron observados detenidamente por la ahora estudiante, incitando a que entreabriera los propios, ansiosos por deleitarse de aquella suavidad. La atracción era inevitable y Venable sentía cómo aquel fuego, apagado muchos años atrás, se encendía ferozmente y le hacía oscurecer ligeramente la mirada. ¿Dónde había quedado su valorada heterosexualidad? Su madre se reiría si le viera en aquel escenario donde centímetros las separaban y el silencio era capaz de cortar cualquier lengua. Pero fueron pasos en un cercano pasillo lo que provocó que Venable retrocediera, pasando su mano libre por la falda, alisándola, recobrando la inquebrantable postura que había teñido momentos atrás.

—Sígame o le aseguro que lamentará.

White quedó más que confundida, con las bragas ligeramente humedecidas y las pupilas dilatadas, incitando a que el verde de su mirar se oscureciera. La directora le había puesto, el primer día. ¿Cómo iba a sobrellevarlo el resto de la carrera? Casi jadeó, separándose de la fría pared para avanzar rápidamente, sin percatarse de quién ingresaba ahora al final del pasillo. Una melena rubia cayendo hasta los hombros, que Wilhemina capturó por encima del hombro, pero prefirió ignorar. No podía manejar con ella en aquel instante donde ordenaba internamente sus hormonas y sobre todo, sus pensamientos.

El silencio se volvió incómodo principalmente para Belle que no podía retirar su mirar del pronunciado contoneo que realizaban aquellas caderas. Por un momento pensó que lo hacía a propósito, no podía ser qué tal sensualidad fuera natural. Suspiró y como la vida poco le apreciaba, según ella, tropezó con el primer escalón de la gran escalinata provocando que quedara a los pies de Venable y ésta, parada en el segundo escalón, observándola con aquel habitual aire de superioridad y dominación. Belle enrojeció por completo, sin poder mover músculo alguno.

—Señorita White, yo sé que las vistas son muy agradables, pero debe apreciar el entorno o...—se detuvo cuando percibió que la mencionada descendía avergonzada la mirada y con determinación movió el bastón, alzando el mentón de la fémina con la punta de éste. Belle se vio obligada a observarle de aquella manera tan sumisa, jamás experimentada, doblegándola e incitando a que mordiera el labio inferior para no dejar escapar un jadeo. La intensidad de aquellas dos miradas, entrelazadas en el silencio y confusión, podían incendiar todo el edificio.

Alzó la ceja izquierda mientras la punta de su lengua humedecía ligeramente el labio inferior, recorriendo con la mirada la delicadeza del pálido rostro de la joven, marcado por la rojiza melena y las dos brillantes esmeraldas, que destellaban una lujuria y ternura inusual. Había fuego en aquel espíritu y Wilhemina dudó realmente si podía llegar a controlarlo.

—...¿O? —se animó a cuestionar -en un hilo de voz- Belle, manteniéndose de rodillas en aquel duro y ancho escalón, sintiendo un cosquilleo en su vientre. A pesar del nerviosismo, las yemas de sus temblorosos dedos se animaron a acariciar la madera del oscuro bastón, clavando la mirada en Venable, que mordía con fiereza su labio inferior; frustrada y con la mente hecha un manojo. Nadie la había desafiado tanto.

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