Flashback ; meses atrás.
Italia se había convertido en el país favorito de Belle, que fascinada caminaba por sus calles, observando la calidez de aquellas flores que contrastaban con la palidez de algunas paredes. La paleta de colores del atardecer reflejándose en el agua era su momento, siendo una postal que jamás iba a olvidar.
Y la otra, era aquélla australiana que una diminuta sonrisa dibujaba en sus labios cuando ambas miradas se unían en la multitud. La había conocido un día casual en una cafetería, con vistas al río Arno, pero jamás se hubiera imaginado lo que provocarían aquéllos casuales y lejanos reencuentros.
Los primeros días ninguna de las dos se animaba a acercarse a la otra, solo eran miradas furtivas, ocultas entre el bullicio y las tazas. Todos los días, a la misma hora, se encontraban en la cafetería para compartir aquellas miradas que silenciosamente danzaban. Sin embargo, fue la rubia quien tomó la decisión de dar el primero paso. La familia de Belle no comprendía el motivo por el cual todos los días la misma debía ir a la cafetería, por lo que al quinto día, decidió ninguno de ellos acompañarla y a pesar de eso, la cumpleañera decidió ir en solitario y agradeció que el destino le bendijera.
—¿Está libre?
Preguntó en un tono profundo la rubia al acercarse a la pelirroja, que al percibir como la contraria se acercaba, se sumergió en la taza de café. Asintió, rápidamente y con nerviosismo.
Se ubicó frente a Belle, dejando la taza y el libro sobre la mesa, junto al teléfono. Se miraron y la menor pellizcó su labio inferior, registrando aún más de cerca aquellas marcadas y seductoras facciones, sintiéndose derretida y con el corazón galopando.
—Cate Blanchett.—extendió la mano, dibujando una pequeña ladina sonrisa, observando curiosa a la joven. Era bonita, no había podido despegarle la mirada de encima desde la primera vez que la había visto e intuyendo que estaban de paso, debía acercarse cuanto antes y fue por ello que decidió aquel día al verla sola.
—Belle White.
Aceptó la mano con una pequeña sonrisa en sus labios y una electricidad recorrió su delgado cuerpo al sentir la suavidad de aquélla pálida piel. Se miraron y la recién presentada supo que hasta el mismo Diablo le estaba envidiando en aquel instante, siendo el comienzo de una gran aventura.
Y cuando la noche finalmente llegó a Florencia, el dúo se percató de todo el tiempo que había transcurrido. Habían congeniado tan bien que todo el entorno simplemente había esfumado.
Cate, a regañadientes de Belle, pagó la cuenta de ambas y con la propuesta de que al día siguiente pagaría ella. Eso le emocionaba, porque se comprometían a compartir un día más, todo el tiempo que pudieran.
—¿Cuándo te vas? —se animó a preguntar la rubia mientras se encaminaban hacia la parada de taxis, donde la pelirroja se tomaría uno para volver a su hotel.
—En dos días.
Cate maldijo por lo bajo y Belle soltó una pequeña risa, atreviéndose sus dedos a acariciar los ajenos, entrelazándose al percibir que la australiana no se había separado.
—Me hubiera gustado tener más tiempo.
Afirmó y la mano libre acarició la perlada mejilla de la estadounidense, hasta llegar a su mentón. La misma entreabrió sus labios, ansiosos, resecos y deseosos de que los contrarios los tomaran. Contuvo la respiración con el pulgar delineó el inferior y dejó caer los párpados al cabo de unos segundos.
—Aprovechemos el que tenemos.
Susurró y sus esmeraldas oscurecidas fijó en aquel océano que, bajo ninguna circunstancia, podría olvidar.
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POR TI.
FanfictionBelle White, una joven estadounidense de dieciocho años, llega al católico internado llamado "Catalina Venable" luego de tener relaciones sexuales con una mujer y ser descubierta por su tradicional familia. En aquel lugar podrá comenzar sus estudios...