todo cambio 5

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—Lo siento señorita– la joven se secó las lágrimas con el dorso de la mano y miró a la persona que le hablaba –necesito controlar los valores del paciente y por hoy ya deberían terminar las visitas, el señor necesita descansar–

–Si, si claro ya me retiro, un segundo– se levantó sin soltar la mano de Franco, se le acercó y le plantó un beso bien sonoro en su frente y le susurró –Te quiero, te quiero mucho, no me dejes ¿Si? No te lo perdonaría– sonrió tristemente y se sorbo la nariz, Sara seguía como una estatua sin expresividad mirando esa escena, la muchacha besó la mano del joven y salió de la habitación de terapia.

Sara se acercó al hombre, revisó los valores, le hizo algunas curaciones, cambió el suero en donde colocó calmantes, lo miro y se quedó pensando en lo afortunado que era de tener una joven (seguramente por novia) que lo quisiera tanto.

En la sala de descanso se encontró con una escena curiosa, sus compañeros y amigos Norma y Juan se encontraban muy cariñosos cuando Sara entró se sentaron rígidos de pronto, cuando vieron que era ella empezaron a reír como dos niños traviesos.

–mmm.. lo que uno se entera así de casualidad ¿No? – dijo Sara entre risas mientras los otros dos jóvenes no podían parar de reír y mirarse cómplices, ella los miraba cruzada de brazos de reojo y haciéndose la sería, eso hacía que se rieran con más ganas parecía su mamá.

Entre chistes entra Jimena casi corriendo sin percatarse de la situación con una revista en la mano. –miren quien está acá– señalando la revista, Sara se pone de puntillas para chusmear pero no llega a ver porque Juan manotea la revista y se pone a ojear, Norma a su lado abre los ojos como platos y mira de reojo a Juan que sigue sin decir nada

–¡¡¡Quiero ver!!! –  casi gritando Sara, por pura curiosidad se para detrás de las sillas, entre medio de ambos y se queda mirando fijamente la imagen –¿Quien es? – no entendía nada, menos entendió cuando tres pares de ojos incrédulos se giraron al instante para quedarse mirándola

–¿Me estás jodiendo? – casi enojada le pregunta Jimena

–hay bueno– se volvió y se sentó en una silla, los tres pares de ojos la seguían en el movimiento –ya, no me miren, disculpen mi ignorancia pero no tengo ni idea quien es—

–Es un papasito– mirando la revista, Juan le dió un codazo a Norma la cual se quejó y después se rió –pero es verdad, mira lo que es– dando vuelta la revista enseñandosela a Sara —¿A qué no?—

–Limpiate la baba– Jimena le decía entre risas a Norma haciéndole seña con la mano en la mandíbula.

–Yo no dije lo contrario si la verdad que es un bombón– poniéndose colorada, era tanta su timidez que solo de hablar de hombres, aunque sea con amigos, se avergonzaba y se le subía el calor hasta las mejillas, la foto mostraba a un hombre en una sesión de fotos de una marca de ropa interior de hombres en diferentes poses sensuales.

–¡Bombonazo!– poniendo los ojos en blanco –Es un corredor de autos, Franco Reyes– dijo en un suspiro Jimena, Sara pareció atragantarse con aire, empezó a toser ahogada y los tres que estaban con ella largaron unas carcajadas interminables al darse cuenta que por fin Sara había entendido de que iba esto. Jimena se le acercó y la abrazo por los hombros dándole unas palmadas en la espalda riendo –tenemos a ese bombón acá cerquita, ¿Que es ese regalo de dios? –

Sara no podía ni siquiera pensar coherente, no le estaba llegando sangre al cerebro en ese momento, menos iba a poder decir ni una palabra, estaba en shock los ojos se le iban a la revista, la imagen de ese hombre que no podía ser el mismo que acaban de salvar. Ese hermoso hombre rubio, alto, flaco. Empezó a hiperventilar.

Esa noche Sara casi no durmió, se despertó en varias ocasiones a causa de los sueños raros que tenía, la incredulidad de soñar con un hombre que no conocía más que en la condición en que había llegado al hospital y lo que había visto en la revista, ¿Cómo podía soñar con él? ¿Con Franco Reyes? ¿Cómo podía soñar con que la besaba, acariciaba y le hacía el amor? Si ni siquiera sabía cómo era él, si ni siquiera sabía lo que era hacer el amor, si lo único que sabía de sexo era lo que le traía tan malos recuerdos, si siempre que pensaba en un hombre se le revolvía el estómago y sentía asco después de lo que había vivido, pero en sus sueños era diferente, con él era diferente, con él quería estar, con él se moría de ganas de entregarse, con él quería hacer el AMOR.

Continuará

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