Todo cambio 10

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Franco y Ruth rompieron en una carcajada sonora, se miraban y más reían mientras Sara los miraba confundida

-¿Novios? -preguntó Franco entre risas -¿Novios? -repitió, Sara no entendía dónde estaba el chiste

-Si somos hermanos -declaró Ruth cuando paró de reír, Sara se puso roja como un tomate, quería hacerse invisible de la vergüenza que sentía

-Lo siento, yo.. yo pensaba que.. ya no importa -agachando la cabeza avergonzada

-Si tiene 20 años es una niñita -rió mientras se ganaba un golpe en el hombro por parte de Ruth

Sara pensaba que solo tenía un año menos que ella, aunque por la vida que llevaba ella seguramente parecía varios años más, daba igual un hombre como Franco que aparte de su dinero y clase social era guapísimo, jamás se fijaría en una enfermera y mucho menos en ella.

Ruth se le acercó al verla cohibida y la abrazó por los hombros, Sara se tensó ante ese gesto, no le gustaba demasiado el contacto, era muy huraña, y desconfiada, siempre se cubría por una coraza que hacía alejar a las personas, levantaba una barrera que muy pocos podían atravesar, era su autodefensa, al notar la incomodidad la joven se alejó un poco sin dejar de sonreír

-No seas confianzuda Ruth, disculpa a mí hermanita es muy caradura -la joven le sacó la lengua mientras le hacía burla -no ves, es una nenita inmadura -le dijo está vez a mirando a Sara

-yo mejor me voy -Franco la incomodaba y ahora su hermana también

-Espera, me tenías que decir algo

-ah sí, lo siento, te quería avisar que ya no voy a ser tu enfermera me han trasladado a urgencias -Franco frunció la frente y se puso serio de repente

-¿Y eso por qué?

-Decisión de mí jefe -dijo tímidamente

-Me parece injusto, mí madre y Ruth dicen que siempre has estado cuidando de mí, hasta en la cirugía

-así es

-¿Y entonces por qué te quita ahora? Voy a hablar con Demetrio

-No lo hagas por favor -rogó y Franco noto sorpresa en los ojos de la muchacha

-¿No sabe que estás aquí verdad?

-eso no importa señor

-Dime Franco por dios, no soy tan viejo, ya demasiado mal me siento por no poder mover estás malditas piernas -golpeando con ambos puños en los muslos con fuerza ya que no sentía nada

-Franco yo desde que trabajo aquí estoy en urgencias, el doctor me designó tu cuidado, pero ahora ya estás mucho mejor y cualquier enfermero puede hacer el trabajo mejor, tengo que volver a mí puesto

-No me parece

-Franco de verdad le deseo una pronta recuperación, y que pronto pueda volver a su vida habitual, adiós señorita, adiós Franco -no permitió que dijera nada más y salió como alma que lleva el diablo dejando con la palabra en la boca a Franco.

Esa noche no durmió mucho, sabía que si Demetrio se enteraba de la visita que le había hecho a Franco Reyes la pondría de patitas en la calle, y para su mala suerte al día siguiente ni bien llega al hospital al primero que se cruza, Demetrio Jurado, que le dice que apenas pueda vaya para su oficina, su rostro no le dijo nada, pero Sara sabía que algo malo se avecinaba, se va a dejar sus cosas, mientras piensa qué excusa poner de porque había hablado con el señor Reyes si él se lo había prohibido, nada se le ocurre, suspira resignada y se dirige a la oficina, frente a la puerta respira profundamente varias veces y golpea

-adelante -Sara entró y se encontró con su jefe sentado tras el escritorio, tenía puesta unas gafas y estaba firmando algunos papeles que tenía encima, ignorando su presencia siguió firmando, Sara estuvo parada algunos minutos en completo silencio

-si quiere vuelvo más tarde -tratando de aplazar el posible despido ya que no se le había ocurrido absolutamente nada para decir

-Pasa y cierra la puerta -ignorando lo que le había dicho ella sin levantar la vista, ella suspiró e hizo lo que le ordenó su jefe, se acercó a la silla que estaba del otro lado del escritorio dispuesta a sentarse -no te sientes -Sara quedó petrificada con la mano en el respaldo de la silla, se aferró a ella pero obedeció una vez más -esto va a ser rápido -por primera vez levantó un poco los ojos y la miró por encima de los anteojos, le sonrió, pero Sara notaba que no era una sonrisa amable, si no de sarcasmo y burla, volvió la vista a sus papeles, firmo unos cuantos más, Sara apretó con más fuerza la silla al verlo levantarse, en silencio colocó los lentes sobre los papeles que tenía arriba del escritorio y lentamente se acercó a ella mirándola de arriba abajo sin disimulo.

Sara tragó con dificultad y todos sus músculos se tensaron al sentir que se le acercaba por detrás, oyó una risa malévola y no sabía si debía darse la vuelta o no decidió no moverse ni para respirar, total no era necesario ¿O si?

-Sara, Sara ¿Que voy a hacer contigo? Dime -Sara carraspeó tratando de que algo saliera de sus labios, sin éxito, provocando otra risa por parte del doctor -Eres bastante descarada, te haces la mosquita muerta y no haces otra cosas que provocar a los hombres -Sara abrió los ojos como platos, nunca le había hablado así -Te gusta jugar, bueno vamos a jugar un poco -Sara cerró los ojos con fuerza cuando sintió una mano en su hombro apretándole -¿Te gusta Albín? -Sara no respondió, estaba aturdida -claro, seguro deseas acostarte con él -posó su otra mano en el otro hombro y los apretaba en forma de masaje, aunque a Sara le repugnaba, pero estaba tan nerviosa y confundida que no le salía decir ni hacer nada, estaba petrificada -no vas a conseguir nada con ese tipo o tal vez si, solo conseguirías un buen revolcón, si te apetece bien puedes, pero no cuentes con nada más por su parte, jamás le conocí novia, ese tipo se debe acostar hasta con su sombra, ¿Y Franco? -rió con ganas -o eres tonta o más ingenua de lo que creía, ese tipo de hombres jamás estaría con una mujer como tú -le dijo despectivamente - ¿Que esperabas con la visita que le hiciste ayer? Déjame adivinar, ¿que te rogaría por qué te quedes a su lado? Si que eres ingenua -rió, Sara intentó contener las lágrimas, aunque se le hizo imposible que alguna que otra resbalara por sus mejillas -No puedes pretender nada de ese tipo de hombres Sarita, deberías no sé fijarte en alguien que te convenga, alguien que pueda darte todo -fue bajando con sus manos por la espalda de ella, Sara sentía un escalofrío por todo su cuerpo, se sentía  tan poco cosa, flashes de recuerdos venían uno tras otro logrando que más lágrimas cayeran con fuerza, se giró de golpe para que dejara de tocarla y lo que vió en esos ojos, le dio tanto miedo, todos los recuerdos volvieron de golpe a su cabeza provocando un dolor punzante en la cabeza, le pitaban los oídos, y el estómago se le revolvió provocando náuseas, no escuchaba lo que le decía, solo se arqueaba para atrás con las manos apoyada sobre el escritorio para evitar su cercanía, lo que ella se tiraba para atrás el se le acercaba más, lo tenía tan cerca que podía oler su aliento, provocando que su estómago convulsionara, no sabría cuánto aguantaría sin vomitar, sabía que debía quedarse quieta esperando que ese momento termine lo antes posible, evitando pensar, evitando sentir, cada vez que tragaba sentía ardor, y el asco la estaba descomponiendo con tal rapidez, cerró los ojos con fuerza ya no podía ver esos ojos de lobo que se le hacía tan familiar y tanto dolor le causaba, sintió los labios de Demetrio rozar los suyos y el resto paso demaciado rapido.

TODO CAMBIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora