Esa noche Sara durmió poco y nada, su cabeza iba a mil por horas, tenía dos opciones y ninguna le convencía del todo
Opción uno: volver al hospital fingiendo que no sucedía nada, escuchar lo que tenía para decirle el doctor Demetrio, aunque claro sabía que eso no resultaría bien, después de lo sucedido en su oficina y el encuentro cuando huía demostraba que él no estaba arrepentido, claramente esa opción le parecía un fiasco
Opción dos: no volver, renunciar e inventar una excusa para los que le preguntarán, claro que después de la primera mentira tendría que decir una tras otra y la verdad que mentir se le daba menos que fingir y terminaría en un embrollo
¿Qué era lo peor?
Su único sostén era ese empleo, si se iba no tendría como pagar el alquiler de su piso y quedaría en la calle, no tenía familia y sus pocos conocidos y amigos eran del mismo hospital, conseguir trabajo le llevaría tiempo y eso si con suerte el doctor Jurado con la influencia que tenía no la dejaba mal parada, este era su primer trabajo como enfermera, con anterioridad solo se había dedicado a limpiar o cuidar niños para ganar el dinero suficiente para sus estudios.
Definitivamente volvería, agacharia la cabeza como si ella tuviera la culpa, como si ella tuviera que sentir vergüenza, escucharía las excusas del cirujano y mientras no volviera a intentar nada con ella se quedaría.
Ni siquiera se dió cuenta cuando fue el momento en el que se quedó dormida.
Inspiró y expiró varias veces antes de ingresar al hospital, saludo a unas cuantas personas conocidas al pasar, suspiro cuando escucho su nombre en alguien que ya conocía y que le desagradaba, giró lentamente para encontrarse con esa sonrisa llena de soberbia que ya estaba acostumbrada a su pesar.
-Sara en cuanto puedas te quiero en mi oficina -sin vacilar ni mostrarse incómodo, apenas la miró y siguió su camino, la castaña suspiro desanimada tratando de entender como hay personas como ese señor, tan descarado de tratarla igual que siempre, como si no hubiera pasado nada, cero empatía.
Después de dejar sus pertenencias y de una breve charla con Jimena y Norma, la primera ya había puesto al tanto a la segunda de lo sucedido, o más bien de lo que ella creía que había sucedido, a Sara no le quedó más remedio que pasar el parte actual de su salud, explicando que no era gripe, si no que probablemente algo que comió le había caído mal, después de responder algunas preguntas y evadir otras tantas, y asegurar que estaba completamente bien, fue directo a la oficina de su jefe.
Era una muchacha joven, ingenua e insegura, y tenía claro que su jefe ya lo sabía, pero estaba decidida a dejar en claro las cosas y no mostrar el miedo que en realidad sentía, aunque claro una cosa es lo que uno desea y otra diferente es ponerlo en práctica, todavía no había golpeado la puerta y ya sentía las piernas débiles como gelatina y temblaba como una hoja, esa oficina la deba pavor ¡Que estúpida eres! Se machacaba
Una vez el doctor Jurado le indico que entrara sintió un deja vu al ver a la madre de Franco Reyes sentada en la silla frente al escritorio, la señora la miró con una sonrisa tímida, Demetrio le indico que se sentará en la silla que se encontraba vacía al lado de Gabriela, y al verle la cara de confusión de Sara que no entendía nada, ella pensaba que hablarían de lo del día anterior y de cómo seguiría su trabajo allí pero al parecer los planes del doctor eran un poco diferente, poniendo alerta a la castaña que lo miraba incrédula ante la falsa sonrisa risueña con la que él las miraba a ambas.
¿Qué se traía entre manos?
Esa sonrisa era la más falsa que Sara había visto en su vida.
La incertidumbre le carcomía la cabeza a Sara que no tenía noción de lo que el doctor y esa señora quisieran decirle, la sacó de su pensamiento Demetrio cuando comenzó su discurso
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TODO CAMBIO.
FanfictionUna historia que demuestra que el dinero no siempre soluciona los problemas. Hay cosas que el dinero no lo arregla y que las cosas pueden ser diferentes, que en segundos la vida te puede cambiar por completo, para bien y para mal.