Capítulo 4

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Es un gusto conocerte.

El palacio del Rey Vegeta era realmente maravilloso lleno, blanco como la nieve con leves incrustaciones de gemas preciosas en las paredes, con enormes ventanales que daban una vista bellísima a la ciudad. Me detuve a admirar las luces de la ciudad y como las naves pasaban. "Como han cambiado las cosas en tan solo cinco años". Una muchacha de cabello verde acua me toma del brazo para que siga avanzando y es hasta entonces que reparo en las mujeres que me están escoltando hacia el General en Jefe.

Sus ropas eran de finas sedas lisas de colores claros o en color pastel sin ningún estampado, llevaban el cabello ondulado y largo, con delicados recogidos en los extremos adornados con pasadores de pequeños de diamantes y en su cuello llevaban un collar en forma de cadena grueso y pesado que indicaban que todas ellas eran esclavas.

Con cada paso que dábamos me ponía más nerviosa, las manos me sudaban y las piernas me temblaban y no dejaba de repetirme mentalmente las palabras que me habían dicho, mientras, me peinaban. Suspire, ese hombre me daba escalofríos.

- Cuando estes con el General solo habla cuando él quiera que hables y presta mucha atención-. Susurro la chica de cabello azul. - Y sobre todo relájate. No dejes que nadie te vea débil.

Volteo para verla y veo en sus ojos que todo lo que me dijo era de forma sincera. Ella buscaba ayudarme.

- Es que no puedo evitarlo... no confió en el.

- Y es mejor que no lo hagas. Escúchame... no se por qué estás aquí pero se ve que estas huyendo de algo y Kakaroto no confía en los de tu raza, por lo tanto, no dejara que se queden.

Una enorme escalofrió me recorrió de pies a cabeza y de la nada unas enormes ganas de llorar me invadieron. No. Ese sayajin no podía quitarnos esta oportunidad, no después de todo lo que habíamos sacrificado para llegar hasta aquí.

Ella tomo mi mano y la apretó suavemente.

- Tú tienes algo que el ha estado buscando desde hace mucho... tienes esa arma a tu favor-. Ella se apartó de mí y ayudo a las otras a abrir una enorme puerta dorada. - Úsala a tu favor.

Camine lentamente, inhalando y exhalando. Me coloque justo en medio de aquel cuarto. Y lo vi parado en el gran ventanal. Alto, fuerte y con una espalda ancha y poderosa. El color dorado de su armadura captaba los rayos de luz de la calle y yo no podía hacer otra cosa más que admirarlo.

Suspire.

- Los humanos dicen que cada suspiro que dan es un dolor que tienen en el alma-. él se voltio hacia mí y pude verlo mejor. Sus rasgos eran finos y sus expresiones eran bruscas, sus ojos negros eran inflexibles, de complexión medio brusca y musculosa. No podía negar que era guapo.

- Ese dicho jamás lo he oído-. Camine un poco hacia el para ver su reacción. – No me crie cerca de muggles.

- ¿Así los llaman? - pregunto con una ceja alzada divertido.

- Si. Así los llamamos. –

Kakaroto camino un paso más hacia mí.

- ¿Y cómo nos llaman a los sayajin? - se apartó de mí y volvió a su lugar en la ventana. - Podría ser monos o seres inferiores.

-No, lo se. Nosotros nunca hemos tenido contacto con ustedes y en lo que a mi se refiere no son inferiores a nosotros en nada. – veo sus músculos relajarse y respirar con mas tranquilidad de la que tenia hace un minuto. Así que decido caminar un poco hacia el para ver cómo reacciona a mi cercanía

- Sino recuerdo mal mi rey hizo un trato con ustedes para que se les tratara como iguales y no se les esclavizará como a los humanos. – se voltea y me mira a los ojos, coloca sus manos en su espalda y camina hasta quedar frente a frente. – Un trato que hemos respetado durante tres largos años y que les asegura su libertad.

- Pues, entonces respételo, mi señor. Libere a la gente que tiene en sus celdas y denos asilo.

- Pero acaba de darme a entender que ustedes no entran en ese trato, señorita Potter. - al oír mi nombre me es inevitable no sentir un enorme escalofrió por todo mi cuerpo. Intento darme la vuelta e irme del lugar, pero el toma un de mis brazos y me sostiene en mi lugar y se afianza de mi cintura. – El señor Snape y Malfoy me platicaron su triste historia y el por que deseaban que todos ustedes regresaran a Londres lo antes posible. Pero, el Príncipe Vegeta y yo, consideramos que seria un error desperdiciar la oportunidad que ustedes nos están ofreciendo.

Forcejeo con Kakaroto, pero, es inútil. Solo hace que afirme mas su agarre en mi cintura.

- ¿De qué oportunidad está hablando señor. Por que si sabe quien soy y quienes son las personas que me acompañan sabrán que lo único que tenemos para ofrecerles son problemas.

- En eso se equivoca... Usted y algunas de sus amigas tienen mas que ofrecernos que solo problemas. – Una mano libre acaricia suavemente mi rostro, siento como sus ásperas llemas tocan mi mejilla, mi mentón y, por último, mi barbilla. – No sabe cuanto he esperado una oportunidad así.

Quito su mano de mi rostro y por fin, logro liberarme de el.

- Ya dígame que es lo que quiere para dejarnos permanecer en este lugar.

- No es tan complicado, señorita. Hace un año uno de nuestros científicos descubrió que de la unión entre un sayajin de clase alta con un ser mágico humano se obtenía un ser de un poder sin igual. Este producto sería más poderoso que el padre y que la madre, sin embargo, son pocas las hembras mágicas que pueden llevar a término el embarazó.

- Sin que mueran en el intento los dos. – A completo sus palabras y suspiro al saber a lo que se refiere, unas enormes ganas de llorar me invaden al comprender por qué nos sacaron sangre solo a las mujeres y de solo pensar, el destino que nos depararía a las desafortunadas que habíamos salido compatibles con estos desgraciados. - ¡¿Y si nos negamos a ser partícipes de esta aberración?

- Le he pedido al señor Snape que lleve a Lord Voldemort a la entrada oficial a la frontera para entregarlos uno a uno.

- Peroooo- digo incrédula- Ustedes ofrecen refugio a los mágicos. No pueden entregarnos a ellos, por favor, no los entregue a ellos, solo entrégueme a mí. YO ME ENTREGO A VOLDEMORT.

El me mira con satisfacción y sabe que con esas palabras logro romperme.

- No, señorita. Si usted se entrega el trato para mi estaría anulado en automático.

- ¡¿Por qué?

- Porque usted es la única que es compatible conmigo.

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