Desahogo

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Kyojuro, se dispone a encontrarse contigo, esperando poder conversar en persona un rato ...

Esta vez, sales más preparada, igual te deslizas descalza, por la cocina para no levantar tanto ruido, en tu mente pensabas que eras una ninja por lo sigilosa que eras, mientras sonries, buscando lo que siempre le llevas al gatito.

Sales de la cocina, corres en silencio, te ocultas tras una pared, alguien estaba haciendo una ronda en el lugar, por lo que impaciente esperabas a qué se fuera.

Vete ya, déjame salir pensabas ansiosa, observas que quien hacía la guardia del lugar se retira, corres, dejas en el suelo las cosas, levantas el seguro del portón, es un madero muy pesado que atraviesa amabas puertas, por lo que requiere de mucho esfuerzo retirarlo, pero lo logras.

Bien dices alegre, regresas por las cosas, abres lentamente el portón, dejandolo entrecerrado, miras a ambos lados de la calle y aparentemente no hay nadie rondando el sector,sigue siendo bastante temprano, el cielo va tomando los tintes del amanecer, miras alrrededor de los arbustos, y sientes al gatito que con un maullido indica que regreso por su comida, como era habitual ya, durante los meses que llevas alimentándolo.

Tener ese rato para ti, es algo que atesoras, aprovechas de darle cariño al animal, sabes le dices, te tengo envidia, eres completamente libre de hacer lo que quieras, mientras acaricias su cabeza.

A si que sientes envidia? Escuchas que te responden desde atrás tuyo.

Dejas de acariciar al gatito, te pones de pie con cuidado está vez para no espantarlo, y volteas, algo nerviosa.

Ahí estaba él, con sus brazos cruzados y una cálida sonrisa, esperando a que le contestarás.

Te sonrojas, al verlo, acto que incómoda un poco al jóven, quien se lleva una de sus manos a la cara y mira a otro lado.

Yo.. yo.. buen día, Rengoku San, dices algo apenada.

El gira a verte nuevamente y te devuelve el saludo, pero, retoma la pregunta.

Ah.. pues... Te tocas nerviosa los brazos. Intentando buscar como responderle al chico.

Kyojuro un poco inocente, piensa que tienes frío, y se quita su haori café, cubriendote la espalda con una sonrisa.

Ese gesto, te sonrojo más aún.

Espera dice algo asustado, estás con fiebre, y pone su mano sobre tu frente.

Ehh, espera... Espera... Estoy bien, no me esperaba que reaccionara así, dices algo nerviosa.

Ohh, perdón, mal interprete las cosas, dice sonrojado.

Le sonríes de vuelta mientras con cariño tomas el haori con el que te cubrió y te abrigas más. Muchas gracias le dices.

El observa el gesto que hiciste al acomodarte el haori, realmente es una chica muy delicada, me recuerda a mi madre cuando padre tenía esos gestos con ella.  A la vez comenta, esta vez sí recordaste usar tus sandalias, aún así aún está muy helado para usar un kimono tan ligero por la mañana.

Bueno, recién está cambiando la estación, pronto floceran los cerezos, respondes.

Sí, así es, dice ya más relajado.

Bueno aún espero esa respuesta.

Ya el gatito quedó en segundo plano, había terminado de comer, retirándose del lugar.

Abres los ojos, piensas que es muy insistente, pero algo en él hace que te dé confienza.

Bueno, es porque, me están preparando para ... tu expresión cambia al momento de recordar que estás comprometida.

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