permiso

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La señora Yamada te advierte, señorita fue imprudente llegar a esta hora, agradezca que ni su padre ni su hermano estan aquí, o las cosas serían peor.

Venga, espere en el salón de té, prepararé una infusión de hierbas para que tu madre se calme.

Muchas gracias Yamada San, esperaré aquí entonces.

Ella sale de la habitación, mientras esperas un tanto nerviosa a qué tu madre entre.

Al poco rato ella ingresa, seguida por la señora Yamada quien traía dos tazas para servirles la infusión.

Hecho esto ella se retira en silencio.

Que tienes que decir en tu defensa, dice severamente tu madre.

En realidad, perdí la noción del tiempo, madre, fue una muy grata conversación.

Sabes que eso no es una excusa, te estás viendo con un joven a espaldas de todos nosotros.

Tu agachas más la cabeza,en cierto modo así es.

Desde cuándo lo has estado frecuentando?

En realidad, (mientes) es la segunda vez que lo veo, la primera vez lo encontré en el mercado por casualidad.

Yo no sabía que ese joven fue el que me rescató del ataque de los bandidos y me llevo al hospital.

Está bien, te creo, dice la madre más aliviada.

Te quedas mirándola extrañada, mientras ella bebe un poco de esa infusión.

El oficial Rengoku, me dijo exactamente lo mismo, por lo que sé que no estás mintiendo y sabes qué, fue bueno haberlo visto en persona, él se aseguró de avisarnos vía correo de tu estado, a demás de que corrió con los gastos médicos de esa vez.

Quien diría que encontraste un posible candidato como marido, le hablaré a tu padre y tú hermano, quien pueda protegerte de cualquier peligro es el candidato ideal para tí, no te mereces menos.

Por lo que está vez no me pondré si quieres salir con él, bebé un sorbo de la infusión y te sonríe.

Estás tan sorprendida que no reaccionas ni a beber un poco de té.

Hija?, Estás bien, por lo general siempre respondes.

Perdón madre, dices, es que me tomó por sorpresa, solo somos amigos, nada más.

Bueno, lección número uno, de la amistad al amor hay solo un paso, lo mismo al odio. Usa bien tus cartas a tu favor.

Dicho esto tu madre se levanta y se retira de la habitación.

Estás pasamada a tal punto que te quedas viendo la pared por un largo tiempo, tanto que la señora Yamada tuvo que ir a despabilarte.

Mi niña, la regañaron, dijo en tono dulce.

Noo, dices un tanto ida

Que pasó, entonces?

El joven que me trajo, Rengoku Kyojuro, el mismo del haori, le agrado a mi madre, y.. y...

La señora Yamada suelta una pequeña risa, ya veo, aprobó que lo vieras verdad.

Ajá, tomas un poco de la infusión que a esta altura estaba helada.

Creo que estás un tanto shockeada, ven, será mejor que descanses.

Señora Yamada, le puedo decir algo pero debe guardarlo en secreto.

Claro, mi niña.

En el camino de regreso, nos besamos.

Santo cielo, mi pequeña, mejor será que tu madre persuada a tu padre y hermano, de lo contrario, solo será una linda experiencia.

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