Isabella ha estado enamorada de alguien, pero no quiere decírselo, porque tiene miedo a ser rechazada.
Pero cuando su mejor amiga la insulta y le dice que es una cobarde que tiene miedo arriesgarse, algo dentro de ella le dice que es cierto, que lo...
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―No me gusta―hago una mueca, y giro con pereza la página―. Definitivamente, no.
― ¿A cualquier cosa que veas dirás que no? Recuerda que yo también tengo derecho a elegir.
―Lo sé, pero nada es convincente. No hay mucho de donde escoger―hago un puchero y lo único que recibo es una mala mirada.
―Sera porque todo lo quieres en blanco, rosado o negro―me regaña.
―Sí, porque el blanco hace más espacioso el lugar y los cuadros que haces quedan perfectos. El rosado es mi color favorito y el negro―mis mejillas se sonrosan y evito mirarla―... me recuerda a tus ojos. Puedo.... Puedo ver tus emociones a través de ello y fue una de las cosas que me enamoró de ti.
―No puedo creer que después de tanto tiempo te sonrojes por este tipo de cosas ―se ríe y se acerca para sentarse sobre mis piernas quitandome el catalogo de muebles de mis manos y lo lanza lejos sin importarle mucho.
― ¡Sofía!
―Ya tendremos tiempo para decorar la casa. Ahora se me ocurren cosas más interesantes para hacer en este momento.
Soy muy feliz en este momento y no puedo evitar sonreír antes de sentir sus labios sobre los míos.
Sé que si esa carta no se hubiera perdido, de alguna u otra manera, yo hubiera encontrado la manera de que ella estuviera encima de mí, sí eso me hubiera garantizado que estaría aquí, disfrutando de nuestra nueva casa y sobre todo, juntas.
