Isabella ha estado enamorada de alguien, pero no quiere decírselo, porque tiene miedo a ser rechazada.
Pero cuando su mejor amiga la insulta y le dice que es una cobarde que tiene miedo arriesgarse, algo dentro de ella le dice que es cierto, que lo...
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Salgo del baño de mujeres y camino los últimos minutos del intermedio con una media sonrisa.
Esperaré un poco y cuando sienta que es el momento correcto, lo haré, estoy segura y esa vez nada impedirá que lo haga.
― ¡Isabella!
Me detengo cuando su voz me llama.
Lo olvide, se supone que le daría algo, que se supone hice yo misma, y ahora no tengo nada que me safe de aquel problemón creado por algo llamado torpeza.
Nerviosa me giro en su dirección y sonrio al verla.
―Sofía...
―Hey, ¿que tal?
Me sonríe con mucha felicidad que me desconcierta, no porque no quiera que sea feliz, sino porque irradia felicidad pura, es magnética, atrae y no puedo no corresponderle su enorme sonrisa.
―Pues, nada, el profesor de contaduría me ha puesto en ridículo.
― Lo sé, me lo ha dicho Ed―ríe un poco y yo la acompañó, pero como si recordará algo importante se pone seria y yo no entiendo por qué―. Hablando de Ed, me acaba de entregar algo tuyo.
Mete su mano en su bolsillo trasero, y como en cámara lenta, un origami de pajarito se posa con tranquilidad entre sus bronceados dedos, haciéndome entrar en pánico.
Es el momento, y yo no estoy para nada lista.
Segundos antes de que diga algo, giro sobre mis pies y corro en dirección contraria, con la campana sonando con fuerza en mis oídos.
