Nuevas Especies Salvation

Capítulo 18

La mañana acariciaba la habitación, la luz se fue colando por la ventana dándole directamente en la cara a Allison, despertandola. No se levanto inmediatamente, se quedo unos minutos pensando en lo ocurrido, en todo. Tenia que averiguar que fue de su padre, quizá estaba en la cárcel. Necesitaba hablar con el, sea como sea era su padre.

Se levantó y se dirigió al baño, se tomó un largo baño y se vistió con un vestido cómodo de verano con unas sandalias cómodas. Fue a la planta baja y encontró a Forest sin camisa cocinado.

—Que bien que ya despertaste.— Murmuró sin darse la vuelta.

—¿Qué haces?

—Quería llevarte el desayuno a la cama, pero ya que estas aquí, come conmigo.—Dijo Forest con una sonrisa.

—Gracias.—Sonrió Allison.

Allison se sentó en una de las sillas de el desayunador y miró cautelosamente a Forest, no le daba buena espina lo que paso la noche anterior, lo que le había dicho fue demasiado. Quería que avandonase a Salvation y que el criara a su hijo.
Prefiero cuidarlo sola. Pensó.

Ella sería padre y madre si fuese necesario.

—¿Estas pensando en lo de anoche?. — Preguntó Forest.— ¿Has pensado en ello?. — La esperanza brillaba en sus ojos.

—Forest, jamás lo considere, no es tu hijo, no es tu responsabilidad. Por favor, Olvídalo. — Lo miro a los ojos por segundos que parecieron horas hasta que un gruñido de parte de él rompió el silencio.

—No te irás.—Gruño poniéndose de pie. — Aunque tenga que matarlo yo mismo.

Allison perdió el color de su rostro y también se puso de pie.

—No te atrevas, es tu amigo.

—Yo no tengo amigos cobardes que ni siquiera pueden cuidar a su hembra y pelear por ella cuando otro macho se las quita. No merece que lleves su descendencia.— Siseo, mirando su vientre con enojo y asco.

Allison se llevó instintivamente sus manos a su enorme vientre, ella podría jurar que sonó como una amenaza.

—¿A que te refieres?. — Susurro, casi sin aliento. — Forest, Salvation es prácticamente tu hermano, reacciona. — Los ojos de Forest se tornaron totalmente negros y desnudo sus colmillos, un fuerte gruñido retumbó por la casa y sus músculos se tensaron. Iba a atarcala y lo sabía, pero esta vez no habría nadie cerca para ayudarla.