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Omnisciente.

El morocho, horas antes de que empiece la joda, se dirigió hacia la dirección que la morocha le había pasado junto con unos menssjes de súplica para que arreglase el problema, ya que al intentar conectar los parlantes, habían tenido un leve percance.

—Listo, ya quedó todo configurado —habló Iván, mientras se paraba.

—Ay, gracias, sos un capo —le sonrió Zara feliz, por poco y más pensaba que iba a tener que posponerlo para otro día.

—No es nada, era una boludez —hizo un ademán con las manos restando importancia —Bueno, si ya está todo me voy a casa, en unas horas nos vemos —saludó.

—Bueno, dale, y gracias de nuevo —soltó una leve risa mientras lo acompañaba a la puerta —Creí que se me habían roto los parlantes y mis papás me iban a matar —ambos rieron.

—No pasa nada —sonrió.

—Bueno, en unas horas nos vemos, eh —amenazó con su dedo índice al morocho, ya que él era ese típico amigo que te decía si a todo –e incluso proponía los planes– y a último momento se bajaba o decía que no podía, aunque nadie le creía y todos sabian que en realidad las ganas de salir o llevar a cabo dichos planes se le habían esfumado.

Ambos se saludaron por última vez, moviendo sus manos. Iván aceleró lo más que pudo el auto para volver a casa. Tenía que bañarse y vestirse, y, conociéndolo, iba a tardar mucho, algo de lo cual, sus amigos se venían quejando.

‹🦎›

—¡Movete Nicolás! —le gritó Belén.

—¡Carre, decile algo! —se quejó Nicolás.

—¿¡Pueden dejar de pelear cada vez que salimos!? —habló Sofía, quien andaba de copiloto.

—Pero estoy ayudando a Carre —se excusó el rubio, poniendo cara triste.

—Dale boludo, ¿Siempre se va a perder? si re debe conocer el camino —protestó Tuli esta vez, quien estaba sentada en los últimos asientos junto a Iván, quien, un poco, se estaba arrepintiendo de salir, su bateria social no duraba mucho que digamos.

—Bueno cierren un poco el orto —contestó Mauro, tratando de cambiar la musica.

—Carre ya sabe el camino, sentate oscu y deja de inchar la pija —comentó esta vez Iván, harto de la situación que se repetía cada vez que salían.

La chilena sonrió y le sacó la lengua al rubio, el cual se la devolvió haciéndole fuck you.

—Parecen nenes chiquitos.

Esta vez, el trayecto fue un poco más duradero ya que Lucas vivía más lejos y el gps de Carre –tanto el del auto como su amigo, nico– no sabían la  dirección exacta.

A los treinta minutos ya habían llegado, estaban esperando que Rodrigo estacionase el auto sin chocar –algo, un poco complicado–.


—Che que onda, están todos forrados en guita —soltó Mauro, a modo de chiste.

—Mal culiado alta casa —respondió la chilena, observando la fachada de la casa.

Se dirigieron a la puerta de la casa, donde Zara les abrió y los invitó a pasar. Les dió un par de tragos a cada uno indicándoles donde estaba la barra y, le pidió a Iván que la acompañase.

—Más vale que pongas buena música —rió Zara, quien acompañaba a Iván donde tendría que estar.

—¿Dudas de mí? —preguntó, dándole un sorbo a su fernet con coca.

Jamás, pero sos amigo de mi primo y eso mucha confianza no me genera —rió simpática —igual si querés dejar algún enganchado e ir con los chicos no hay drama, eh.

—Sí, si, quedate tranqui —palmeó su hombro mientras buscaba que temas poner.

La noche arrancó con Cayó la noche, uno de los temas favoritos del morocho y, de todo su grupo. Rió al ver como todos sus amigos corearon un oooh al escuchar el tema que él había puesto.

‹🦎›

Ya eran las seis de la mañana. La gente se había empezado a ir a las cinco, por lo cual, los únicos que quedaban era el grupo de amigos y el dueño de la casa, quien ya estaba tirado en uno de los sillones por el noveno sueño.

—Ya cayeron todos, re flojos —soltó la ojiverde —¿Querés tomar mate?

—No, tranca, llevo a los chicos a casa así no molestan —respondió, tratando de levantar a Carrera, Oscu y Sofi, quienes dormían plácidamente en otro de los sillones de la sala. Ojeó un poco y pudo ver como en el patio se encontraban Tuli, Mauro y Belen en una rondita, sentados como indios. Al ver sus caras, asumió que en poco tiempo estos se quedarían dormidos, eran de los que más habían tomado y el pedo no los ayudaría mucho a mantenerlos despiertos.

—No, eu, déjalos que duerman, no pasa nada, a Lucas no le molesta —avisó, agarrándolo del brazo.

—¿Segura? no tengo drama en despertarlos y llevarlos.

—Segura, dejalos dormir y vamos a tomar unos mates a la terraza —sonrió, mientras agarraba la pava y el mate —Mira que hago los mejores mates, eh.

El morocho río y acompañó a Zara a la terraza. Confió en las palabras de las chicas y dejó que sus amigos durmieran a gusto hasta que empezara a salir el sol y poder conducir tranquilamente, ya que, por más de que sean las seis de la mañana, las calles todavía estaban oscuras.

Después de un rato, el sol ya estaba saliendo, tenían una linda vista desde ahí.

—Que buen mate, che.

—Te dije que hago los mejores mates —sonrió.

—Yo no sé hacer, bah, hago aguados y dulces —rió.

—Entonces voy a tener que ir a darte clases de como armar un mate.

—O venís a hacermelos vos.

—Si me invitaras...

—Cuando vos puedas y quieras, yo estoy.

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