Hate you, love me [l.s]

Décimo segundo acto

—No, la participación del señor Styles no ha sido confirmada en ningún momento y no nos van a echar un contrato encima porque simplemente no lo tienen, Alexander. —dijo firme, frunciendo el ceño a medida que la persona al otro lado de la línea iba hablando —Es un farol, ignóralo y si sigue insistiendo, amenaza con ir al departamento legal por acoso.

Harry sonrió divertido, terminando de freír los panqueques y mirando burlón a su estresado asistente que no podía lidiar con el ayudante que había dejado en Los Ángeles y que a pesar de todo el entrenamiento que tenía y el tiempo que llevaba trabajando junto al ojiazul, seguía algo perdido.

—Si no puedes manejarlo, derívalo. —pidió frustrado — No, no, no a Hellen, a Marriet, Alexander. Sí, eso, sí. —Louis le lanzó una mirada envenenada al actor cuando este soltó una carcajada suave y siguió pendiente de su conversación —Hmmm, envíame esos correos entonces, ve a recoger lo de la lista y por amor al dios en el que creas, esta vez no te confundas de auto. Sí, lo sé, no lo olvides, negro. —un suspiro luchó por escapar de sus labios — Entonces dile a Gerard que se vaya a la mierda. —gruñó.

El hijo dorado de Hollywood sirvió el desayuno con maestría y mientras preparaba un poco de té, vagó por las redes sociales que manejaba tras su desaparición pública, ignorando tranquilamente las noticias que seguían especulando de sus culpas y paradero. Respondió los mensajes que su cuñado le enviaba, con fotos de su pequeño sobrino y le volvió a asegurar a la madre de Louis que estaban bien y con el desastre poco a poco arreglándose, estarían de vuelta pronto.

—No, Alexander, no era literal, no tienes que decirle a Gerard que se vaya a la mierda. — pidió cansado, frotándose el puente de la nariz y cerrando los ojos —Sí, ya me comunico con él, no te preocupes por eso. Por favor, trata de mantener todo lo que te dije, si necesito algo más, yo te llamo... ¿Hmmm? Ah, sí, bueno, ya la llamo yo, no te preocupes. Está bien, okay... Sí, sí, gracias. Tú también cuídate y recuerda que puedes llamarme por cualquier cosa. —su tono suplicaba para que si el ayudante tenía problemas, acudiera a él de inmediato — Bien, claro. Hasta luego, gracias.