Tercer acto

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—¡Tengo noti

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—¡Tengo noti...!—Louis detuvo su frase a media voz, cuando ni bien abrió la puerta notó todas las luces de la casa apagadas —Oh, vaya.

Rodó los ojos y cerró la puerta detrás de él, mirando hacia los costados y encendiendo las lámparas del hall y de la cocina a su paso, dejó su juego de llaves sobre la encimera y se acercó a las ventanas que daban al jardín, viendo de manera distraída hacia todos los guardias que se mantenían vigilantes. Rápidamente los contó mentalmente y frunció el ceño al notar que estaba la guardia completa, y Yavok, el guardaespaldas personal de Harry, se mantenía en la zona oeste de la verja.

Louis, cada vez más confundido – y preocupado – sacó su teléfono y con velocidad revisó la agenda del actor, frunciendo el ceño al ver que toda la tarde la tenía agendada como libre y sin ninguna actividad hasta la retoma de grabaciones en dos días.

"Louis: ¿Dónde estás? Tengo asuntos que discutir respecto a tu tiempo libre de tres meses, estoy en tu casa."

Su pie tamborileaba en el piso ansioso, cuando el mensaje solo se marcó como enviado y notó que la última conexión del rizado había sido hacía más de seis horas.

Harry nunca desaparecía, no sin haberle avisado con anterioridad por si surgía algún inconveniente.

Era un acuerdo al que habían llegado hacía poco más de un año, cuando el hijo dorado de Hollywood, celebrando su premiación por alguna película que ni siquiera fue tan buena – sí lo fue – había salido de fiesta y se había desaparecido del radar por casi nueve horas, el ojiazul recuerda el pánico aplastante en su pecho cuando sin importar cuánto insistió, no obtuvo noticias del rizado; fue casi al mediodía del día siguiente, que Harry le devolvió una de las mil llamadas que la noche anterior le había hecho, y con la voz ronca propia de alguien que había pasado la noche de fiesta, le pidió que discretamente mandara a alguien para que lo recogiera de alguna dirección que balbuceó a medias.

Louis recuerda bien la rabia en su voz, que enfrió toda la preocupación que lo había mantenido en vela con anterioridad, recuerda que a pesar de todo fue él mismo con un pequeño equipo de seguridad a recoger al actor, recuerda soportar los gruñidos poco civilizados del mayor y el silencio gélido que él mismo le obsequió. Fue cuando llegaron a la casa de Harry y después de que este hubo dormido gran parte de su resaca, que el castaño explotó finalmente cuando al llevarle una aspirina, el ojiverde osó reprocharle su presencia.

Hate you, love me [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora