Sexto acto

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Tíííín tíííín tíííín

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Tíííín tíííín tíííín

—Hmfgbd...—Louis gruñó sobre su almohada, sin abrir del todo los ojos y estirando su brazo para apagar el molesto ruido que salía de algún lado.

Gimió derrotado cuando por más que tanteó no encontró la fuente del ruido y por ende, no le quedó más que abrir pesadamente los ojos. Parpadeó levemente desorientado por la intensa luz solar que se filtraba entre las cortinas que cubrían las puertas de vidrio que daban a un bonito balcón y con el ceño fruncido, se sentó todavía aturdido y miró a su alrededor.

Tíííín tíííín tíííín

Un poco más despierto, fue fácil para su cerebro notar que ese no era el sonido de su alarma, y los indeseables objetos que lo habían despertado no eran ni su teléfono – ninguno de ellos – ni su reloj despertador, sino el timbre del departamento.

Cuando el molestoso e irritante sonido se repitió, un maullido fastidiado junto a una colita respingona y peluda pasando por la puerta, fueron la señal para Louis de levantarse y atender a quien sea que estuviese interrumpiendo sus dulces sueños.

—Voy, voy, voy...—Louis habló en voz alta, a pesar de ser consciente de que la persona al otro lado de la puerta no podría oírlo.

Se pasó una mano por sus ojos hinchados y reprimió el bostezo que pugnaba por salir, y rascándose con pereza el costado, caminó arrastrando los pies hasta cruzar todo su bonito y elegante departamento, para destrabar la puerta y finalmente abrir con un ruido sordo.

Ojos cafés llenos de dulzura y unas mejillas regordetas fueron lo primero que su cerebro adormilado registró.

—Hola, Looouuu...—canturreó Anna, la pequeña nieta de la señora Derrick, su vecina del piso inferior.

—Hola, dulce. —se forzó a espabilarse, mostrando una sonrisa completa a la pequeña, que balanceándose en el agarre firme de la mano de un adolescente largirucho y bien parecido, se removía inquieta mirando alrededor.

Hate you, love me [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora