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Veo que sus labios se mueven rápido. Dale Walls, quien es nuestro abogado, luce tranquilo a pesar de su notable cansancio, ni siquiera trae uno de sus usuales trajes relucientes; intercambia palabras al fondo con Hank, el encargado de todas nuestras redes sociales. Todos intentan buscar planes en caso de que debamos resarcir el daño ocasionado.

Nigel está en una llamada con alguien de la disquera, y Somin habla un poco molesta frente a mí, con Ava respondiendo en frases cortas y a la defensiva. Mis ojos de alguna forma quedan pegados a la calva cabeza morena de Nigel; cuando se mueve de lugar, la luz de la sala brilla en ella.

Alguien fuma, me toma poco encontrar el cigarro entre los dedos de Dale. Ava se acerca a las ventanas del lugar y las abre. Luego, se dirige a la cocina de la habitación y saca una botella de whisky, nos sirve un vaso a todos, pero yo odio el whisky. Me provoca ganas de vomitar de tan sólo olerlo. No lo tomo.

Nigel termina su llamada y exhala con fuerza. Todos guardan silencio y lo observan.

—Eran ellos. Mañana hay una reunión de urgencia.

—¿Es muy malo? —pregunta Dale.

Nigel pasea los ojos por el espacio de paredes tristes. —No, ellos esperan que las medidas que tomemos a partir de mañana hagan esto pasar bajo el radar. Y eso fue todo.

Dale se aleja y en la cocina apaga su cigarrillo sobre el fregadero.

Somin y Hank toman asiento a mi lado.

—Nigel —Comienza a decir Ava, su voz más baja de lo normal—, no fue nuestra intención, Lina actuó para intentar salvarme el pellejo.

—Había otra salida, pudieron haberse negado o salir corriendo, lo saben —La boca de Ava se cierra; él tiene razón, pudimos habernos negado a subir al escenario, aunque habría una ínfima posibilidad de que, aun así, el rostro de Ava fuese grabado. Bajo mi cabeza sintiéndome una estúpida—. No importa ahora, está hecho, y vamos a sacarlas de esto.

Hank y Somin se ponen de pie tan pronto el ambiente se calma, se despiden de nosotras y se retiran con Dale.

—Vengan aquí —dice Nigel con los brazos extendidos.

Un abrazo de Nigel sana cualquier malestar en el corazón. Es estricto porque ése es su trabajo, mas no es un desalmado. Después de un minuto lo soltamos y se marcha en silencio.

Me ocupo de cerrar las ventanas, afuera hace frío en esa ciudad.

—Vamos a salir de esta Lina, terminaremos el contrato.

—Lo sé —Le digo, porque sé que las cosas saldrán bien. Me quedo de pie allí, nos vemos mutuamente, más calmadas aunque bastante desveladas.

—Ellos van a arreglarlo, nos van a ayudar a borrar todo esto del mapa y seguir adelante.

Asiento.

Van a volver a borrarme a mí del mapa, y ella seguirá adelante con esto.

Yo decidí hacerlo. Por eso me trago mis palabras.

Esa noche me he sentido especial, como no lo había hecho al menos desde que me gradué de la universidad, o al menos desde las primeras presentaciones que realizamos. Y de eso ya hacía mucho.

Ella no nota que sus palabras me hieren porque no lo permito. Cada quien va a su cuarto asignado en la habitación del hotel, en esta ocasión no irrumpe a mitad de mis sueños para dormirse a mi lado, lo cual agradezco porque ahora mismo, odio verme obligada a pretender que aún estoy de acuerdo en ser una eterna sombra.





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