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Yoongi recibió una pila de carpetas y hojas encuadernadas ese mismo viernes, tal y como había ordenado

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Yoongi recibió una pila de carpetas y hojas encuadernadas ese mismo viernes, tal y como había ordenado. Jimin la depositó al final de su clase de aquel día, mirándolo con los ojos muy grandes al otro lado del escritorio que estaba en el aula.

El profesor lo miró brevemente sin decir nada y revisó que estuvieran todas las actividades de evaluación continuada. Al ver que así era, le dio una corta respuesta a su alumno.

—Los tendré corregidos el lunes a primera hora.

Jimin asintió. Sus mejillas estaban muy rojas y tenía apretadas las correas de su mochila por los nervios. Taehyung lo esperaba en la puerta de salida, revisando su móvil. Él le echó un vistazo para cerciorarse de que no los observara y, al comprobarlo, se inclinó un poco sobre el escritorio del señor Min.

—S-señor Min, creo que deberíamos hablar de lo que pasó el-

—No hay nada de qué hablar, señor Park.

El rubio mantuvo sus labios en una línea por el tono brusco que usó con él. Llevaba buscando la manera de hablar con Yoongi toda la semana, pero el profesor lo ignoraba a menos que fuera para preguntarle si acaso ya tenía listas las actividades. Cada vez que Jimin le respondía que no, él se desentendía como si fuera un cero a la izquierda.

Comenzaba a enfadarse. Sabía que lo que habían hecho estaba mal, pero le parecía sumamente irresponsable ni siquiera tener una conversación sobre el tema.

—Sabe que no es cierto —insistió—. Lo que pasó en el despacho... señor Min, creo que deberíamos abordar el tema. Solo serán unos minutos...

Yoongi, que había estado revisando unas hojas, apartó la vista del papel y miró a Jimin con ojos fríos. Se quitó las gafas de vidrio en un ademán exasperado y se puso de pie, encarándolo a la misma altura.

—No hay nada de qué hablar y punto, Jimin. Si tienes algo que decirme relacionado con tus correcciones, puedes apuntarte a la lista de espera para hablar conmigo que hay en el campus virtual.

Dicho esto, comenzó a recoger sus cosas con calma. Guardó las gafas en su estuche, los papeles en su carpeta y, en ultima instancia, lo metió todo dentro de su maletín junto a los trabajos que Jimin acababa de entregarle. El menor no apartó la mirada de él, intentando idear un plan para que accediera a hablar.

La única idea que se le ocurrió fue cabrearlo. Eso se le de daba bien y había surgido efecto en el despacho.

—Es un cobarde, señor Min —acusó. Yoongi no se inmutó, o lo supo disimular muy bien—. Tiene miedo de que le cuente a alguien que casi me folla en su despacho el lunes y por e...

El profesor se giró hacia él como una fiera. Jimin quiso sonreír al tener su atención, pero el ademán de hacerlo se el borró de la cara cuando Yoongi tomó el cuello de su camisa y le siseó con rabia.

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