BUCKY.
Tenía la cabeza echada hacia atrás y las cejas arrugadas, mi boca en una mueca casi agonizante mientras la sentía moverse sobre mí. Ella me observaba desde arriba con la respiración agitada y los ojos entrecerrados. Sus pechos se balanceaban al compás de las caderas, marcando un vaivén que hipnotizaría al más puritano.
Mis constantes jadeos la hicieron alzar la barbilla con arrogancia y curvar los labios en una sonrisa casi imperceptible. Le encantaba verme así. Tenerme a su merced la volvía poderosa.
—Bucky...—, pronunció mi nombre en un tono sensual, enronquecido por el placer, al mismo tiempo que movía sus manos sobre mi abdomen sudoroso. —Bucky...— Abrió las palmas, apoyándose firmemente, y se estiró, provocando que sus pechos se elevaran y mostraran orgullosos los erguidos pezones.
Deseé poder tocarla.
—Quítame esto—. Las palabras que planeé decir con autoridad abandonaron mi boca como un débil murmullo que vibró en el silencio de la habitación. —Por favor... —, pedí desesperado. No respondió, se limitó a negar con una agitación de cabeza mientras se inclinaba sobre mí, juntando nuestros pechos.
Quería protestar, gritarle que me desatara para poder perderme en su cuerpo, pero no pude. El mundo entero se paralizó cuando sus pezones entraron en contacto con los míos. Largos y ruidosos gemidos brotaban desde lo más profundo de mi pecho cada que sus puntas frotaban las mías.
—Tendré que ponerte también en la boca si no te callas—, susurró agitada después de dar una larga lamida a mi cuello. —¡Te gustaría eso? —Subió una mano hasta mi hombro y apretó ligeramente antes de bajar por el brazo. Un brillo de satisfacción le nubló los ojos al sentir la tela que aprisionaba mis muñecas. Jaló con fuerza. —Yo creo que no.
—Quiero tocarte—, jadeé ansioso. —No puedo soportarlo más.
—¿No? —Parecía que torturarme le divertía. —¿Seguro? —Y sin decir nada más. se dejó caer de nuevo sobre mí. Un golpe duro y profundo que retumbó en las paredes.
Arqueó el cuerpo y -por fin- dejó que un gemido le desgarrara la garganta. Enterró más la cara en el hueco de mi cuello y me arqueé por las cosquillas que me provocaban sus cabellos.
—Quédate quieto—. A pesar de tener la respiración agitada, el tono que utilizó era firme. Me gustó.
Continuó meciendo las caderas con fuerza y, entretanto yo ahogaba mis gemidos, Gaby colaba los dedos entre nuestros cuerpos hasta alcanzar uno de mis pectorales. Deslizó el borde de la uña hasta encontrar el pezón y lo pellizcó con tal fuerza que me deshice en lloriqueos debajo de ella.
Minutos más tarde me siguió. Se desplomó en mi pecho, jadeándome al oído.
Cerré los ojos y apreté los labios cuando la sentí separarse de mi cuerpo. —Te portaste muy bien—, susurró. Sus manos se acercaron a la tela que mantenía mis manos juntas. —Eres libre ahora—. Aflojó el amarre lentamente, sin dejar de mirarme. Después, rodó al extremo contrario de la cama, donde permaneció inmóvil, ralentizando su respiración, mientras que yo estiraba la mano hacia el bulto de ropa en el suelo.
Hurgué en los bolsillos del pantalón hasta encontrar la pequeña caja de piel que había comprado días antes, La contemplé un largo rato, dándome ánimos mentalmente, antes de girarme de nuevo hacia ella.
Tenía la mirada fija en el techo y las mejillas sonrojadas cuando me animé a hablar: —La paso muy bien contigo, Gaby. Me haces ser un mejor hombre.
—¿Te vas a poner meloso? —Sonrió divertida y volvió la cabeza en mi dirección, su mano estirándose hasta alcanzar mi mejilla.
—Quería que supieras que a tu lado me siento completo. Y que ya no estoy dispuesto a estar separado de mi otra mitad...— Hice una pausa. —Gaby, ¿te casarías conmigo?
Fijó la mirada en el anillo de oro que sostenía frente a ella. La esmeralda resplandeció en sus ojos. —B-Bucky...— Se incorporó entre movimientos acartonados con una mano subiendo a su boca. —No pensé que fuéramos tan enserio... Llevamos u-un año sa-saliendo.
—Y ha sido el más maravilloso de mi vida.
Acerqué el anillo a su mano izquierda, pero me frenó antes de llegar a sus dedos.
—No estás entendiendo... No voy a hacerlo. Por el amor de Dios, Bucky, ¿P-por qué me pones en esta situación? —Me miró con los ojos brillosos y los labios arrugados, pero sus lágrimas no me conmovieron.
Se apresuró a salir de la cama y se vistió a toda velocidad, Yo no la miré. Permanecí inmóvil entre las sábanas, escuchando el chirrido que hacía la puerta principal al cerrarse.
Se había ido y no podía estar más agradecido de estar en mi casa y no enla suya.
ESTÁS LEYENDO
Adelaide | Bucky Barnes
Fanfiction𝗔𝗗𝗘𝗟𝗔𝗜𝗗𝗘 | ADAPTACIÓN ❝Deja que te contemple y que te adore, Y que escuche tu voz y que te admire, Aunque al decirte adiós, con risas llore, Y al volvernos a ver llore y suspire❞. | Historia originalmente escrita por xThe1995x | Inicio de p...