Capítulo 11

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CAPÍTULO 11

Permanecimos en el suelo hablando de cualquier cosa que se nos ocurriera. Pasó aproximadamente una hora y en ningún momento recibí señales de vida de mamá o Noreen. Bucky pareció darse cuenta de ello y se ofreció a llevarme a mi casa.

Durante el camino no pude evitar mirarlo y pensar en el beso de hace un rato. Aunque fue solamente por cortesía, mi corazón no dejaba de latir acelerado cuando recordaba la humedad de sus labios contra mi mejilla. Estar con él me hacía sentir bien y a pesar de que llevaba poco tiempo conociéndolo podía decir con certeza que a su lado todo tomaba más color.

Aparcó el auto frente a mi casa y al ver todas las luces estaban apagadas insistió en acompañarme hasta la puerta. Terminamos de subir los escalones que conducían al porche y me atreví a mirarlo. Aún en la oscuridad de la noche pude ver la sombra de las pequeñas marcas que se adornaban al sonreír.

—Gracias por traerme— dije. Dio un paso al frente e inclinó la cabeza.

—No es nada, Addie. Sabes que puedes llamarme si alguna vez necesitas algo, ¿verdad? —En realidad no podía, no tenía su número de celular.

—En verdad es muy amable de tu parte.

Después de eso lo vi levantar su mano hasta uno de hombros. Acarició durante un rato y la deslizó hasta mi garganta, Me quedé inmóvil y él cerró los ojos dejando que sus dedos rodearan mi cuello por completo.

No podía pensar en nada que no fueran las manos de Bucky sobre mi piel: se sentían cálidas y grandes. Entonces se acercó más y sus labios rozaron los míos, mi mente quedó en blanco total y me sentía estremecer.

Justo ahora, parados en medio del oscuro porche, no podía concentrarme en otra cosa que no fueran sus labios contra los míos. No importaba si Noreen le resultaba más atractiva que yo o si mamá pensara que actúo como niña liberal. El mundo entero carecía de importancia cuando lo tenía cerca de mí.

—¿Y tú mamá? —preguntó cuando se separó. Mis ojos seguían cerrados y sus dedos aún sostenían mi cuello.

—No lo sé— susurré. Rogaba a Dios que me besara de nuevo.

Inhaló profundamente y movió ambas manos hasta mis hombros, empujándome levemente hacia la pared, Lo miré y me atreví a sujetar sus brazos.

—¿Tienes frío? —habló en un tono bajo y negué. —Estás temblando.

Recargué la cabeza en la pared y cuando creí que se alejaría, sujetó mi barbilla con firmeza y me besó de nuevo. Su nariz estaba junto a la mía y podía sentirlo respirar con fuerza. La calidez de su respiración me estaba agitando más; sentía un cosquilleo parecido al entumecimiento recorriéndome las piernas, haciendo que temblara sin parar.

Bucky hizo más presión en mis hombros, apretándome con fuerza contra la pared. Se movió un poco y noté que una de sus piernas se abría camino entre las mías, separándolas. Abrí los ojos y apretó su rodilla contra mí, haciéndome soltar una exclamación.

Rompió el beso y recargó su frente al lado de mi cabeza. Ambos respirábamos con dificultad y me preguntaba si él se sentiría de la misma forma que yo. Tenía el pecho oprimido y el estómago apretando con un nudo.

Movió sus manos de mis hombros hasta mis muñecas y las pegó a la pared, sosteniéndose de ahí. Acercó su boca a la mía, pero no me besó, solamente abrió los labios y dejó que su aliento chocara contra los míos. Su rodilla aún seguía presionando con firmeza entre mis piernas y aunque me avergüence admitirlo, el contacto no me disgustaba.

Movió la pierna un par de veces haciéndome delirar y soltó mis muñecas suavemente. Me dio un corto beso y se separó por completo.

Bucky tenía la puerta de la casa abierta cuando abrí los ojos. Caminé hasta él y me pidió que entrara. Lo miré extasiada y sentí que sus labios, mojados y ardientes, chocaban contra mi frente. Murmuró un hasta pronto y se alejó hacia su auto.

Me sentía palpitar y el hecho de que fuera Bucky quien lo provocara lovolvía aún más único. 

Adelaide | Bucky Barnes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora