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Eunwoo no se había equivocado, mientras los padrinos mágicos recorrían tan largo proyecto, Jungkook, después de salir con su caballo del castillo de los reyes de Daegu, había recorrido todo el trayecto hasta donde había encontrado al chico rubio y había seguido el camino que había tomado este, después de que huyera de sus brazos. 

El azabache había buscado en vano por el bosque y sus alrededores, hasta dar con la vendedora cabaña. 

"Aquí es, tal vez me este esperando".– pensaba. 

Ató a su caballo a un árbol y examinó la humilde cabaña, incluso le pareció ver una silueta detrás de las cortinas, sin poder contener su emoción, se acercó a la puerta y dio unos leves golpes a la madera y ésta se abrió. Sin que pudiera reaccionar, unas informes criaturas se habían lanzado contra él, algunas de esas criaturas feas, lo tenían agarrado de los brazos, poniéndole cuerdas, y otros lo agarraban de los hombros, mientras le ponían un pañuelo en la boca, para que no pudiera hablar.  

Lo maniataron fuertemente y lo condujeron hasta la mujer se la capa negra que aguardaba al fondo de la habitación con una mirada llena de odio y una sonrisa de victoria. 

"¿Quién era ella?."– pensaba el chico.


– El joven que buscas no está aquí.– le dijo con voz tajante.– Jamás lo encontrarás, desde este momento serás mi prisionero, y nadie puede espacapar del lugar al que yo te conduciré.

Jungkook era muy valiente por defender su amor, sería capaz de batirse incluso con el mismísimo diablo. Pero BonHwa lo había vencido valiéndose de su gran astucia. No podia deshacerse de las ataduras que lo inmovilizaban.

– ¡No te preocupes, mi príncipe!.– alagó la bruja.– ¡En el castillo de las tinieblas estarás estupendamente cómodo!.– se mofaba BonHwa al ver cómo lo arrastraban fuera de la cabaña, divirtiéndose en el momento que el azabache hacía de todo, para no dejarse llevar. 











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Cuando los tres padrinos mágicos llegaron a la cabaña del bosque, observaron que la puerta crujía por el viento al estar abierta. 


– ¡Hemos llegado tarde!.– espetó Jackson. 

Los tres entraron a la cabaña, con cierto miedo en su sistema, todo estaba patas arriba, la cocina desecha, la mesa patas arriba y rota, junto a las sillas, eran una muestra más evidente de que allí se había librado un combate. Alguien se había defendido valientemente: ése no podía ser otro más que Jungkook, y sus agresores, seguro, la infame BonHwa y sus monstruosos esbirros. El pobre príncipe había caído en la trampa, pero una pregunta que rondaba en esas cabecitas. 

El Principe Durmiente •KookTae•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora