Capitulo 1

91 17 4
                                        

Jisung golpeaba al indefenso animal contra una roca, una sonrisa cínica dibujada en su rostro. La sangre le escurría por las manos, manchaba la roca y salpicaba la hierba. Su flequillo negro, húmedo de sudor, se movía con cada golpe. La escena era grotesca, brutal, casi irreal.

Su madre, la señora Han, se quedó paralizada, con las bolsas del supermercado a medio caer de sus manos. Lágrimas comenzaron a correr por su rostro mientras observaba cómo su hijo apretaba la garganta del gato y lo estrellaba una y otra vez contra la piedra, hasta que solo quedó un charco de sangre y un cuerpo inerte con la lengua colgando y el cráneo deformado.

-¿Hijo... Jisung, qué mierda estás haciendo? -gritó, corriendo hacia él para apartarlo-. ¡¿Por qué lo hiciste?!

La decepción y el miedo nublaban su voz. Se arrodilló al lado del cadáver del animal, incapaz de comprender lo que acababa de presenciar. Su hijo... su dulce hijo, siempre amable, siempre sonriente. ¿Dónde estaba ese niño?

-Solo lo estaba ayudando -respondió Jisung con una sonrisa torcida, los ojos brillando con una inquietante lucidez.

Ella retrocedió, horrorizada, como si frente a ella no estuviera su hijo, sino un extraño. Sin pensarlo, levantó la mano y lo abofeteó.

-¿Ayudarlo a qué, Jisung? ¡¿A qué mierda lo estabas ayudando?! ¡¿Sabes lo que acabas de hacer?!




DOS DÍAS DESPUÉS:

-Aquí dice que se llama Han Jisung. Su madre lo encontró matando a un gato en el jardín. Tiene 17 años y, según ella, jamás se había comportado así -informó un joven pelirrojo vestido con un traje azul marino, leyendo desde una carpeta.

-Ya veo -respondió Choi Kang-ho, un reconocido psicólogo criminal. Alto, de piel clara y mirada penetrante, sus trajes siempre estaban impecablemente planchados y su expresión era difícil de leer.

-¿Estás seguro de que quieres que este sea tu primer caso? No es precisamente... ligero.

-No le veo el problema -respondió con confianza, ajustando la corbata blanca que contrastaba con su camisa azul cielo.

-Mucha suerte, joven Choi.

-No creo necesitarla, pero gracias.

Kang-ho entró en su consultorio. El joven estaba allí, sentado en una silla, balanceando sus pies como si estuviera esperando en la sala de juegos de un hospital infantil. Al verlo, Jisung se puso de pie, hizo una pequeña reverencia y saludó con cortesía.

Era un chico atractivo, de rasgos finos, ojos oscuros y un aire sereno. Su piel blanca contrastaba con su cabello negro perfectamente lacio y prolijo. Kang-ho lo miró con curiosidad: "¿Cómo es posible que alguien así haya hecho algo tan atroz?", pensó.

-Buen día. Soy Choi Kang-ho. Seré tu psicólogo a partir de hoy.

-Hola, soy Han Jisung, aunque supongo que ya lo sabe.

-¿Quieres café?

-No tomo. Gracias.

-¿No tomas? -repitió con una expresión pensativa que desconcertó a Jisung.

-¿Eso es parte de la sesión? -preguntó el muchacho con naturalidad.

-Muy bien, Jisung. Empezaremos con algunas preguntas, ¿te parece?

-Adelante. Haga su trabajo.

Kang-ho asintió, abrió su portafolio y tomó su bolígrafo.

-Siéntete libre de interrumpirme en cualquier momento o llevar la conversación hacia donde lo necesites.

-Entendido.

-¿Has visto a un psicólogo antes?

-No.

-¿Cuál dirías que es el problema, desde tu punto de vista?

-Ninguno.

-Si pudieras hacer cambios positivos en tu vida, ¿cuáles harías?

-Ninguno. Mi vida es perfecta.

-¿Cómo describirías tu estado de ánimo?

-Positivo. Muy bueno.

-¿Hay algo que te deprima o te entristezca?

-Nada.

-¿Usas drogas, alcohol, sexo, dinero u otras estrategias para sentirte mejor?

-Ninguna. Las drogas son para idiotas. El alcohol sabe asqueroso. El sexo no me interesa y el dinero me es indiferente. Solo me divierto.

-¿Y cómo te diviertes?

-Haciendo lo que pasa por mi cabeza.

-¿Y qué pasa por tu cabeza?

-Muchas cosas.

-¿Como cuáles?

-Eso lo sabrá pronto -respondió Jisung con una sonrisa. Kang-ho sintió un leve escalofrío.

-¿Qué esperas de este proceso?

-Divertirme con usted.

Kang-ho levantó una ceja.

-¿Y cómo se supone que vamos a divertirnos?

-No sé, dígamelo usted.

El psicólogo optó por seguir con las preguntas.

-¿Consideras que tienes un coeficiente intelectual interpersonal bajo, promedio o alto?

-Alto. Me considero más inteligente que los demás.

-Jisung, ¿sabes por qué estás aquí?

-Porque mi madre me trajo.

-¿Y por qué lo hizo?

-Porque ayudé a un gato.

-¿Cómo lo ayudaste?

-Adelantando su muerte. De todas formas iba a morir. Solo le ahorré el sufrimiento.

Sonrió, y Kang-ho lo observó con atención.

-¿Qué te hace pensar que estabas en lo correcto?

-Porque es la verdad. Todos vamos a morir. Es inevitable. Solo que algunos necesitan ayuda para llegar ahí.

-¿Cuántas veces has hecho eso?

-¿Ayudar a morir rápido? Solo una.

-¿Y habrá una próxima?

-No lo sé. Tal vez sí. Tal vez no.

Volvió a sonreír, como si acabara de contar una anécdota graciosa.

Neurocognitivo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora