Entre risas y caídas.

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Después de un pequeño viaje en su moto, definitivamente llegamos a una carpa rosa y blanca, y una grande pista de hielo en el centro, a la derecha había una pequeña tienda de cositas navideñas y a la izquierda otra tienda de galletitas y bizcochos, muy grande. El problema: no sabía patinar.

- Póntelos- Me entregó unos patines.

-Ehh... Es que, tengo mal el pie -Intenté excusarme. No quería que me viera como un pato loco en la pista de patinaje.

-Sabías que se te nota cuando mientes?- Se rio. - Vamos, póntelos.-

-No sé patinar- Admití.

-No pasa nada. Yo te enseño.-  Puso una cara seductora que hizo que me estremeciera.

-Vale...-Dije poco convencida.

Me puse los patines, me abroché los botones del abrigo y Gonzalo me cogió de la mano y me llevó adentro de la pista. Tenía miedo. En serio. Cuando entramos hacía frio, el lo notó y me entregó su chaqueta.

-Toma-

-Gracias...- Susurré

Él me agarró por la espalda y me llevó, yo solo me dejaba llevar por su aliento cálido en mi nuca y sus manos rodeándome. Me agarraba tan fuerte que parecía que se iba a acabar el mundo si no lo hacia. Y eso me gustaba, me gustaba mucho.

Me lo estaba pasando genial, cuando estaba con el me sentía segura, como si estuviera en mi hogar, estaba cómoda, no me cortaba, tan solo decía lo que pensaba sin que nadie me judgase, y él solo escuchaba. Escuchar, una de las cosas que mas me gustan de él, que sabe escuchar.

Cuando nos dimos cuenta y vimos el reloj y eran las nueve y media y él insistió en ir a cenar a algún restaurante cercano.

-Vamos, déjame compensarte por haberte dicho que íbamos a un restaurante lujoso y...Te pusiste ese vestido que te queda tan bien- En ese momento noté su mirada recorriendo todo mi cuerpo.

-Bueno...Vale, pero pago yo- Dije decidida.


TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora