CAPITULO 4-Ojos purpura

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*~La cena esta lista~* dije alzando la voz para que mi nueva huésped me escuchara, casi al instante sin muchas ganas apareció después de un destello de llamas azules, miro algo dudosa la comida y dijo *~mmm...no se, nunca he probado la comida humana..,es algo...diferente~* tomo el tenedor y con mucho cuidado, como si se tratara de algo extremadamente frágil tomo una porción de fideos y las llevo a su plato, los quedo mirando un buen rato sin saber que hacer, supe de inmediato que a la vez que no sabia como manejar los cubiertos también tenia miedo de comer la comida humana, la verdad verdad es que encuentro increíble que alguien que a visto tantos cadáveres tanto muertos de forma natural como también mutilados de diferentes maneras tenga algo de estomago para siquiera comer un bocado, pero ese no era el tema, el tema es que le tenia miedo a la comida o tal vez tenia miedo de lo que le podía pasar si la ingería.

Después de un rato Mirai tomo el suficiente valor y con el tenedor tomo un poco de los fideos que al instante se calleron de nuevo al plato abandonando el tenedor, se notaba en su rostro una leve exprecion de frustración, al ver todo esto la trate de ayudar y me acerque a ella y le tome las manos *~mira, no se hace así, se enrolla...ves?..~* le dije mientras la guiaba sujetándole las manos, ella me miro y por unos momentos quedamos mirándonos fijamente a los ojos, sus ojos eran de un color purpura mezclado con un poco de negro, por un momento me parecieron algo vacíos y sin vida, pero mientras mas los miraba mas hermosos me parecian, no podía quitar mi mirada de ellos, provocaban una sensación de profundidad y tranquilidad. Ella se sonrojo un poco y se trato de apartar, pero de un momento a otros salio de mi un impulso que no puedo explicar y le sujete las manos para que no se apartara, quería seguir mirándolos y no apartarme nunca de ahí, me encontraba en un verdadero trance y por alguna razón ella tampoco los apartaba de mi, ella ni siquiera trataba de mirar hacia otro lado, los dos nos quedamos ahí, mirándonos por un tiempo que ninguno de los dos pudo calcular.

LA MUERTE ES UNA CHICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora