Encuentro.

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Príncipe Byun Baekhyun, uno de los herederos de los Reyes de Busan. Es tan conocido, pero a la vez tan poco visto.

Este había sido separado de la realeza a su corta edad, los motivos aún son incógnitos para todos los demás, pero los rumores y malas lenguas dicen que ha perdido el honor y no es merecedor de seguir con el linaje que le han encargado sus pasados.

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Después de tanto tiempo se había dignado en leer las cartas de su molestosa familia, sólo lo hacía por la noticia que estaba rondando en su ciudad actual y esperaba cersiorar que el chisme fuese cierto con una invitación. Y vaya que los rumores por primera vez eran ciertos.

¡Su hermano se casaba!

Dichoso recibía la información de su emisor; su amado hermano pequeño Luhan. El pequeño Omega estaba apunto de casarse, y este lo había invitado cordialmente a su nupcia, a su lujosa y grandiosa boda.

Quedó atónito, gracias a Luhan la Monarquía de Busan estaría enlazada con la realeza de Seúl. Sintió envidia de la buena por su hermano, solo esperaba que este matrimonio sea únicamente por el amor verdadero, y más no por tratados como se hacían comúnmente.

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Finalmente había decidido en asistir a dicha boda. El retorno hacia su ciudad natal marchaba bien. Decidió que su regreso causaría un boom para todos, así que prefirió hacer las cosas de manera incógnita. Sin aviso de nadie llegaría a su palacio, lo que algún día había llamado hogar.

Con sus bolsos en manos y jadeante del cansancio poco a poco se acercaba a la inmensa puerta trasera. Agradecía la ingenuidad de las amas de llave para así poder lograr su cometido.

A pasos ligeros y cansados ya tocaba los escalones, una bocanada de aire era lo que empezaba a soltar gracias a la tranquilidad de saber que su camino había culminado.

- ¡Deténgase ahora mismo sino quiere que esta flecha cruce por su pecho!

La bocanada de aire así como se fue, regresó. Obstruyendo su respiración y causando una continuidad de congestiones en su garganta. Sus ojos estaban apuntos de salir disparados al ver aquella flecha apuntándole sin pudor alguno.

- ¿¡Qué clase de jodida broma es esta KyungSoo?!

Tiró sus maletas al suelo, para seguido quitarse la pañoleta que cubría su rostro junto con la boina que le adornaba y cubría sus pelos. Todo con el fin de ser reconocido por su hermanito menor. Byun Kyungsoo

Sonrió extendiendo sus manos hacia el adolecente, al parecer este aún no salía de su trance. Kyungsoo solo sonrió gustoso y sus ojos brillaron de felicidad, tanto asi que de la felicidad dejó traspasar un flechazo en el costoso bolso del recién llegado.

- ¡Será mejor que empieces a correr maldito engendro del demonio!

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La mañana había transcurrido entre los halagos y bullicios de su familia, bueno, de los miembros que en ese momento se encontraban presentes. Sus otros tres hermanos habían partido a una aldea cercana, prefirieron ser ellos los encargados de llevar la ansiada noticia sobre su matrimonio a los ciudadanos.

Se encontraba ahora en su cuarto, observando con detenimiento el impecable dormitorio. Le sorprendía el ver como nada había cambiado, aún seguía teniendo sus pertenencias que sentía que eran valiosas de pequeño.

Sonreía al ver los cuadros con el retrato de él y de sus hermanos con quienes casi compartía la misma edad, Lay y Luhan, fue con ellos con quienes tuvo más convivencia. Luego observó la de su madre, suspiró. Amaba a su madre, como cualquier hijo lo haría, pero siempre que la recordaba su corazón aún pinchaba en la misma herida que hasta el momento no había logrado sanar.

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