Presentación.

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La noche había caído y el baile había comenzado. Una variedad de personas habían llegado a la festividad, todos con sus lujosos trajes llamativos, la gran clase social se encontraba reunida allí.

La opulencia habitaba hasta en los más mínimos escombros del salón de baile, todo adornado de reliquias de sus antepasados.

— Madre, por favor no hagas que me arrepienta de haber regresado.

Los Byun recién estaban por llegar a la ansiada reunión, pues bien dicen que lo mejor llega al último.

Baekhyun… Baekhyun parecía una completa Divinidad, su honorífico asentaba muy bien en el para ser más precisos.
La belleza que deslumbraba opacaba hasta la más costosa gema que tenía como gargantilla. Era hermoso, para qué mentir.

— Tenlo por seguro que no va a ser así, hijo mío.

El carruaje había cesado avisando que habían llegado a su destino. Sintió que empezaba a sudar frío, así que con el horrendo abanico de plumas blancas trató de esfumar el calor y consigo sus nervios que empezaban apoderarse de él.

Habían pasado años que no había pisado un salón de baile, al igual que habían pasado años en los cuales no sentía que era el centro del mundo.

Estaba en la entrada del lugar, agradecía tener a su hermano Lay a su lado, porque sino no sabría a quien más pellizcar para calmar la ansiedad que empezaba a carcomerle.

Tomó un suspiro al sentir el pequeño empujón que le había dado su madre. Le sonrió con suavidez y empezó con su camino. Las puertas eran enormes a comparación de él. Sus nervios los mantuvo bien guardados, sintió como la multitud comenzaba el bullicio al verlo, los asombros no pasaban de desapercibidos, al igual que los comentarios halagadores hacia su persona.

Hizo una reverencia por cortesía a todos, vio como el gesto se igualó y sonrió. Después de todo no le había ido tan mal.

Por suerte el tiempo pasó y logró perderse entre la multitud. Había escapado de su padre diciéndole que tenía una urgencia por ir al baño, era una mentira, pero le había servido para postergar la presentación unos cuantos minutos más.

Había preferido mantenerse escabullido junto con s Kyungsoo comiendo algunos cuantos bocaditos de la mesa. El único momento en el que el menor podía mantener el hocico cerrado.

Se maldijo al ver como su padre llegaba hasta el lado de ellos, sonrió hacia él comiendo el caramelo sin piedad. Peor aún, casi se termina atragantado al ver las insinuaciones que empezaba a mostrar el Rey.

El cristal de la copa había sonado, llamando la atención de todos los presentes, otra vez siendo el punto fijo de toda la multutid.

— Buenas noches a todos mis queridos ciudadanos. Bueno, me he tomado la libertad de quitarles un minuto de su tiempo. —rió—  Yo quería mostrarles la felicidad que he adquirido después de unos cuantos años, mi hijo, mi cachorro, mi Baekhyunnie ha regresado a su hogar. Espero logren disfrutar esta dicha justo como yo lo estoy haciendo. Así que les voy a pedir unos aplausos para poder celebrar el regreso del adorado Príncipe Baekhyun.

Los aplausos no se hicieron esperar. Se mantuvo sonriente y sin perder la cordura para evitar los cuchicheos de los demás, jurando siempre acordarse de la vergüenza que sus padres le estaban haciendo padecer.

La reunión había regresado a la monotonía, suspiró agradecido de haber desaparecido de la vista de todos nuevamente. Miró a su lado esperando ver la existencia de su hermano Kyungsoo para poder desquitarse con él su rabia, sin embargo solo encontró el espacio vacío.

— Divinidad…

Se maldijo por dentro. Odiaba ser llamado de esa manera, pero tenía que pagar el karma del egocentrismo que manejaba de pequeño.

DivinidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora