PART 2

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                                                    EL ALMA DE ÁMBAR


   Así pues, como el alma que lucía las estrellas comopequeños puntos de fuego ligero y blancuzco tomó lascadenas del alma que yacía presa entre los colosalesvitrales en las paredes de diamante, flotando estáticasen algún lugar del Universo en el que habitaba, asícomo las tomó y las haló para sí con la fuerza másdelicada que pudo, le propinó un suficiente choquecontra las paredes... << abatida >>  las estrellas queflotaban en su interior oscuro como el azabache,guardaban similitud a los pequeños traseritos deluciérnagas que obedecían a mantenerse inmóviles,como disfrutando al tiempo de apreciar al exterior ylas acciones de su ser reservorio, una aparienciamítica y magistral, tan misteriosa como la más dudosae impactante creación de hechicería. 

   Sonrió y le hizodesde arriba una señal al alma opresada, indicóle quelevantase, pero la fatiga de aquella era invasora y learrebataba los alientos, así que, sólo miró con ojosentrecerrados a las curiosas luciérnagas y aspirandocon esfuerzo, apreciaba cómo la sonrisa decente delalma de las estrellas se arqueaba con las puntas haciaarriba y dejaba de ser sonrisa, para volverse un aro yconvertirse en un agujero negro; era entonces, la bocadel alma de las estrellas un agujero negro, eraesférica, pero... carecía de volumen, sólo era un vacíocolor azabache << no se trague los hermosos traseritos >>pensó, y dejóse tumbar ante el vitral de soles y lunasemparejados que tenía detrás de sí al tiempo queexhalaba sus más inspiradores alientos, entoncescomprendió que aquellos traseritos de estrellas eranel interior del agujero negro, una zona del abismo,realmente, y que podía verlas porque el alma de lasestrellas era a su vez como un ser con una granventana de cristal en toda la zona de su cuello, supecho, su tronco y su vientre, y en ciertas zonas de suspiernas así como sus pies; sus manos eran unaminuciosa llenura de estrellas, sus manos eranradiantes, y sus brazos, hombros y rostro eran lablancura más pura jamás vista, desvaneciendo lacantidad de estrellas pareciendo que difuminaban ensu cuerpo, la intensidad, así misma, como de sumirada, que eran ojos extraordinarios de zafiro... unser realmente impresionante; comenzó a inhalarenergía de su peligrosa boca mientras descendía conlentitud acercándose al alma de ámbar, que yacía enpleno marchite y se transformaba en una cristalinaopacidad, que la miraba, aún la miraba, con ojostranquilos, sin inmutarse... el agujero negro que teníapor boca cambió sus acciones, iniciando así a emanarenergía, cual agujero blanco, el alma de las estrellasacercó sus ojos a los pómulos y a la nariz del alma deámbar, que habíase vuelto ya poco opaca, era máscomo la crema, parecía ser beige manteniendo ahorauna opacidad semi cristalina; luego acercó sus ojoszafiro a los suyos y se encendieron como lámparas,dieron vida a los del alma de ámbar, aquella boca aúnemanaba energía y lo hacía ahora sobre todo elcuerpo del alma que bajo de sí la miraba, le dioentonces un firme y perturbador tirón a sus cadenas,que lastimaron el cuello, la cintura y las rodillas delalma de ámbar, estremeciéndole y procurando algoen su voz; la boca del alma de las estrellas volvía a seruna sonrisa profunda, ligera y decente, contagiándoleuna al alma de ámbar como respuesta... cuyo ser eraahora un espectro danzante al son de las cadenas,bailaba suavemente como si en lugar de bailar, sedesplazase sin prisa alguna con movimientosdrogados sobre un suelo de ónix en algún lugar delMultiverso, rodeado de inmensas paredes dediamante tatuadas de vitrales simbólicos; bailabaporque era el motivo de su liberación, un baile y unpatrón, y sus ojos heterocromos, color crema yescarlata, brillaban como nunca antes desde suexistencia, sus ataduras fueron convirtiéndose enarena y un eclipse se hacía con el negro cielo, laverdadera materia llamada 'cielo'... - estás divagandosobre tu suelo – pronunció por fin el alma de lasestrellas; - tú, dentro mío, divagas cuanto deseas- lerespondió... despojóse el alma de las estrellas de su gargantillaconstruida en acero, sintió una inconmensurablelibertad, al tiempo que, como dependientes, sedeshacían las ahora débiles ataduras del alma deámbar y, con ello, el alma de las estrellas se dispersópor todo el negro, extravagantemente inmenso yhondo superior, hondo hacia arriba y hacia todasdirecciones, ese cielo, y los diminutos astros de susmanos figuraron constelaciones por doquier y, lostraseritos se mantenían fieles, obedientes y seubicaron permanentemente en donde ya estaban ycurioseaban; por su parte, el alma de ámbar se unió alas estrellas y su cabello se abundó en destellos defuego y se hizo un segundo sol.

CINCUENTA PÁGINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora