°✦Capítulo Dos✦°

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Minutos después de que se llevaran a Emilio, Armando dejó a cargo a Freddy del taller mientras iba a sacar al mexicano de la cárcel.

–Recuerda, que no hagan tanto lío los clientes, y sobre todo nuestros chicos–

–Que sí Armandiño, vé rápido anda–

Armando solamente asintió para darle una palmada en el hombro a su amigo para dirigirse a la grúa.

Aprovecharía para quitar algunos autos mal estacionados en la plaza de garage central al regresar.

Durante el trayecto puso la radio, escuchando como la delincuencia había aumentado en la ciudad en el día a día de Los Santos, sobre todo la droga circulando por la zona norte y los avistamientos de personas armadas.

Apagó la radio una vez se estacionó frente a comisaría, bajando de la grúa asegurándose de cerrarla, subiendo las escaleras en pequeños saltos.

Al entrar se dirigió a recepción al ver, extrañamente, vacío el lugar.

–Buenas tardes oficial, venía a pagar la fianza de un trabajador mío–

El policía en el mostrador le miró para asentir.

–¿Cuál es el nombre de su trabajador?–

–Emilio Escobilla–

El oficial comenzó a buscar entre sus cosas, hasta encontrar una carpeta comenzando a leer esta.

–Serían cinco mil–

Armando suspiró, sacando su cartera del bolsillo interno de su uniforme.

–Lo pagaré en efectivo–

–Bien, firme aquí–

Después de pagar y firmar, el policía asintió para pedirle esperar mientras traía al mexicano.

Se quedó de pie mirando curioso las cosas detrás del mostrador, intentando divisar si había algo interesante por ver en los papeles apilados.

Al escuchar la puerta siendo abierta, volteó esperando a ver a Emilio junto al oficial de policía, pero en su lugar miró un rostro conocido, por lo que desvío su vista rápidamente.

–El jefe de mecánicos, que le trae por aquí–

Aquella voz lo hizo prestarle su atención, encontrándose con el superintendente repentinamente frente a él.

–Buenas–

Saludó con simpleza fingiendo una sonrisa.

–Seguro has venido a sacar a otro de tus delincuentes que tienes como trabajadores–

Atacó dándole una calada al cigarrillo que se encontraba fumando.

–No son ningunos delincuentes, fue un accidente lo de hoy–

Se defendió con cierta molestia disimulada en su pacífica actitud, no le gustaba nada que hablaran mal de su manada.

Con cierta diversión, el superintendente soltó el humo que retenía, siendo dirigido al rostro del mecánico, logrando que arrugara levemente la nariz y el entrecejo ante el humo que pegó contra su rostro.

–Si claro, noquear a alguien con una llave inglesa es un accidente–

–Que mal educado es usted Conway–

Se quejó dispersando con su mano el aroma ante la mirada del contrario.

–¡Jefe!–

Armando y Conway voltearon, encontrándose con un Emilio sonriente de ver a su jefe mientras era traído por el oficial de policía.

–Bien, ya puede irse señor Emilio, recuerde pagar la multa–

–Si señor–

–Bien, nos retiramos caballeros–

Y sin más, Armando se dirigió a la salida siendo seguido por Emilio, dejando atras a ambos policías.

–¿Porqué estaba hablando con el Conway?–

Preguntó curioso Emilio, abrochándose el cinturón una vez sobre la grúa.

–Solamente comenzó a hablarme–

Dijo encogiéndose de hombros, encendiendo la grúa para dirigirse hacia garaje central.

–Debemos confiscar unos cuantos autos antes de ir al mecánico–

–Está bien–

Mientras Armando se concentraba en conducir, Emilio podía percibir un olor desconocido sobre su jefe, haciéndole fruncir el ceño.

[•••]

–¡Tuculazo, que se supone que hagamos, Almando nos va a matal!–

Gritaba un desesperado Yun con sus manos en la cabeza, mirando el desastre que habían hecho con los aceites de motor.

–¡Calma chorbo! Debemos limpiar y eliminar la evidencia–

Rápidamente comenzó a recoger las latas de aceite con ayuda de Yun.

Habían tumbado una estante repleto de aceite de motor nuevo.

–¡Manolo, trae el trapeador, Tonet, una cubeta con agua, Juanjo, desengrasante y jabón!–

–¡Si señor!–

Rápidamente los mencionados corrieron en búsqueda de lo pedido por Freddy, pues también habían sido culpables de ese desastre.

Debían apurarse antes de que llegara algún cliente más, o peor aún, Armando.

Una vez regresaron con el trapeador, agua, desengrasante y jabón, intentaron entre todos limpiar todo el aceite del suelo.

Pero en mitad del trabajo, Freddy y Yun se detuvieron en seco, siendo seguidos por Manolo, Juanjo y Tonet al no saber porque se habían detenido.

Lentamente los de uniforme rojo voltearon cuál película de terror al percibir cierto aroma conocido que pocas veces se percibía, siendo imitados por los tres betas.

Al voltear, estaba Armando tras ellos de brazos cruzados junto a Emilio que miraba a sus compañeros con compasión.

Estaban jodidos.

[•••]

Después de todo el desastre, pudieron limpiarlo y hacer un nuevo pedido de aceite.

Claro, todo con los regaños de Armando entre medio.

Pero fuera de eso, el día fue normal hasta llegada la hora de cierre.

Llamado Especial-ArmanwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora