°✦Capítulo Ocho✦°

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¿La parte favorita del trabajo para los mecánicos y policías?

Ver a sus jefes enmedio del cortejo.

Los mecánicos nunca se hubieran imaginado que a Armando le gustaba jugar con el cabello de Conway cuando este recostaba su cabeza sobre sus muslos.

Y el CNP nunca se hubiera imaginado que Conway podría ser todo un galán, pero que a la vez entraba en pánico por las muestras de afecto que le daba Armando.

Era realmente un espectáculo digno de presenciar.

Habían pasado algunas semanas desde que habían formalizado ambos el cortejo y en que comenzaron a frecuentarse mutuamente.

No solo por reparaciones o problemas en el mecánico, tampoco para únicamente sacar a Emilio de la cárcel, si no, para verse.

La mayor parte de las veces se daban detallitos mutuamente, como dulces o pequeños accesorios, como el chocolate favorito de Armando, o el pisacorbata que Conway había comenzado a usar a diario.

Pequeñas cosas que hacían a ambos acercarse más y saber más del otro, gustos, disgustos, historia, pasatiempos.

¿Sabían que Conway cantaba en la ducha o que Armando estudió un año arquitectura? Ellos tampoco.

–Hola señor Armando, ¿Viene a ver a Conway?–

–Hola Horacio, si, ¿Se encuentra en comisaría?–

Preguntó al de cresta que con entusiasmo asintió.

–Está en su despacho–

Armando agradeció al ser la puerta abierta para poder subir, dejando atrás a Horacio que miraba con añoranza por donde fue.

–Qué bonito debe sentirse ser cortejado–

Suspiró mientras una flor era puesta ante su campo visual.

–¿Me crees si te digo que te la manda el ruso?–

Dijo Gustabo con una sonrisa pícara a su amigo.

Horacio miró con un brillo especial en sus ojos aquella flor, para tomarla con cuidado entre sus manos para ver a Gustabo.

–¿Hablas enserio Gusnabo?–

–Si, mira, allá va–

Ambos voltearon al frente, mirando a Volkov que al hacer contacto visual con Horacio, sus mejillas se pintaron de rojo y rápidamente apartó la mirada comenzando a caminar con torpeza a la salida.

Horacio sonrió con emoción mientras Gustabo tenía nuevo chisme para contar.

[•••]

Armando tocó tres veces la puerta, esperando pacientemente la respuesta detrás de ella.

–Adelante–

Con cuidado abrió la puerta, asomándose para ver a Conway leyendo unos papeles.

Al entrar pudo percatarse del aroma amargo en la habitación, por lo que intuía que no estaba de muy buen humor.

–¿Pasó algo malo hoy?–

Preguntó captando la atención de Conway, quién bajó aquellos papeles para estirarse un poco.

–Muchas cosas, ha sido un día bastante mierda–

Se quejó sintiendo a Armando ponerse detrás suya pasando sus manos sobre sus hombros, comenzando a dar un suave masaje sobre estos.

–¿Demasiado ajetreo en las calles?–

–Si, demasiado–

Conway pudo relajarse por un instante gracias al agradable aroma que Armando dejó salir solo para él, y acompañado de aquel suave masaje en sus hombros, sentía que podría quedarse dormido ahí mismo.

Llamado Especial-ArmanwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora