Febrero color azul.

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Este mes no estuve, no estuve en ti, ni en mi, ni en nadie de mi al rededor, no recuerdo nada y es como si lo supiera todo.
Ese febrero azul, azul como el lago de mi mente, tan hondo pero cristalino, tú ya sabías el porqué de mi presente ausencia, todo había cambiado, ahora ya no podría hacer como si nada una vez volviera a verte, porque el nada ahora era todo, todo por lo que luchaba, por lo que estaba pasando, mis noches sin comer, mis mañanas sin desayunar y mis tardes sin almuerzo, mis ganas de odiar, de odiarme, mis enfermedades constantes y mi físico no querido, todo eso no era nada, al menos no hasta que llegaste tú y se convirtió en todo, porque, vamos ¿Quién querría a una chica así?
Anna y Johan me habían ido a visitar en la mañana de aquel febrero donde se conocieron, y aún dormida me contaron sus planes: ir a la playa a recolectar las conchas que fueran mías, las conchas rotas más bonitas que encontraran, aquellas que dijeran <<María estuvo aquí >>, porque no lo estuve, tal vez, si lo hubiera estado, hubiera sido yo tu futura esposa...
Y en la misma noche de ese día, antes de la finalización de la hora de visita, Johan y Anna volvieron, con mis conchas, lo sé porque en mi despertar de marzo, ellas seguían ahí, en la mesa donde dejaste tu último mensaje para mi, me contaron sobre su día en la playa y de cuando te vieron, no pude ver a Anna cuando Johan contó como corrió a abrazarte, pero me la puedo imaginar, sonrojada y hermosa, como siempre era, con su largo cabello liso tapándole sus mejillas, montes teñidos de sangre que sin dudarlo, derramaría para salvarme, porque al igual de perfecta físicamente, lo era mentalmente, con su carácter fuerte y su amor a si misma, todo lo que yo no tenía...
Lloré, lloré en sueños porque despierta no podía, lloré, porque supe que pasó, Anna se había enamorado de ti, se había enamorado de mi alguien, aquel al que le di mis colores y poco a poco me los iba quitando, porque eso hiciste, robaste mis colores como los amantes roban el corazón, la diferencia es que tú, ladrón de colores, me robaste más que eso, me robaste el alma, alma, que seguramente siempre te perteneció, alma, que nunca fue mía, entonces ¿acaso fue un robo, aún cuando mi alma siempre fue más tuya que mía?
Por eso, nuestro febrero, más tuyo que mío, fue azul, azul oscuro, como el dolor que tenía, aquel que me prohibía respirar y que me hacía sentir inferior, porque azul nunca fue recuerdo, ni fortaleza, fue tristeza, dolor, una tan muda como un grito y uno tan ciego como un recuerdo, al fin y al cabo, yo fui tu color, ya no, ya no lo soy.
Quizás porque en verdad nunca quisiste que lo fuese.

El colorido alguien de un mundo sin colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora